empezó haina a moler

Algunos familiares de pacientes drogodependientes

El entorno familiar cumple un rol fundamental en nuestras vidas, cualquier tipo de familia, e incluso la elegida. En el ámbito de las adicciones cumplen un papel fundamental, que intentamos sea lo más positivo posible, pero existen dinámicas familiares que son complicadas de gestionar y llegan a ser incluso un detonante para una recaída o para el inicio del consumo de sustancias.

Esta misma semana, en una entrevista de radio, me preguntaban cuál ha sido la historia o la consulta más compleja en todos estos años como médico especialista en adicciones. No dudé ni un segundo en irme 10 años atrás y recordar aquel día que de vuelta de mi primera baja por maternidad, mi primera paciente citada a las 9:00 de la mañana era una chica de 19 años que cumplía criterios para diagnosticar un trastorno por consumo de alcohol. Ella, con su voz muy baja, llamativa delgadez, temblor esencial, me refería después de un saludo de cortesía que ya no sabía cómo parar, que ella no podía sola y que por eso acudía a cita. Me relata que desde que tiene uso de razón, su cuidador (abuelo) le tocaba sus partes íntimas y que al pasar de los años, aquello iba en aumento, ya que él era el que la buscaba en el colegio, pasaban por un bar, él tomaba sus dosis de alcohol y luego se iban a un área verde alejada donde él se apropiaba de ella, sexualmente hablando.

Pasaron los años y para ella aquello ya era parte de la merienda, lo normalizó, ya que nadie le dijo lo contrario. No existe un manual de cómo se deben comportar los abuelos, tíos, primos, incluso hermanos que están en el entorno de las y los pacientes pero que son agresores sanguíneos. Lamentablemente, en la mayoría de los casos las agresiones son con semejantes figuras.

Mi paciente a los 9 años ya acompañaba al abuelo a tomar algo; ya a esa edad ella recuerda que él un día le dio alcohol y ese día para ella fue menos doloroso y desde entonces empezó su relación con el alcohol, "necesitaba anestesia" para semejante dolor, ya que los tocamientos pasaron a más.

El abuelo murió cuando ella tenía 10 años, pero sus recuerdos no se fueron a la tumba con él, al contrario, estaban más vivos, ya que se fue como todo un hombre de familia, y que si la paciente decidía comentar algo no le iban a creer, ya que siempre le han tratado como" la hija rara, la que no habla, la que está siempre callada y no hace nada"

Pero ¿Cómo hablar y sobre todo de qué hablar ? Si su inocencia fue arrebatada de la peor manera posible, sin su consentimiento.

Cuando mi paciente sale de la consulta, yo me derrumbé de ánimos y solo pensaba en mi hija, a quien acababa de dejar en la guardería después de seis meses de lactancia intensa, las dos llorando y yo por supuesto con una culpabilidad, no porque dudara de su entorno, más bien porque así como ellos viven esos primeros días de adaptación de la educación inicial como un abandono, nosotras las madres también sentimos culpa y mucha. Fui como un volcán en erupción hormonal, tuve que pedir 10 minutos para recomponerme y continuar con los pacientes.

Pues este es un claro ejemplo de que no todo se inicia en la calle, también dentro del entorno familiar podemos tener algún perverso que nos maltrate o embarace lamentablemente.

La paciente ya con 21 años ingresó en un centro de desintoxicación y deshabituación y ha podido continuar con su vida, lejos de sus familiares, eligiendo otra "familia" pero recuperando su paz, ya que intentó decirles lo sucedido a sus padres y todo aquello fue en vano, más culpa, más heridas que recuperar.

No estigmatizar a los pacientes nunca, ya que detrás de cada historia existe un porqué, no es un asunto de justificar, es empatizar.

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