Algo huele mal
El esquema de licitaciones y contrataciones públicas en el país ha estado bajo la lupa por mucho tiempo, y con razón.
A pesar de los mecanismos de control y la experiencia acumulada en la gestión de estos procesos, siguen apareciendo casos en los que se transgreden los procedimientos y se desvirtúa el propósito de la ley.
El caso más reciente que levanta sospechas es la licitación anulada por la Dirección General de Contrataciones Públicas (DGCP), para el equipamiento de talleres en centros educativos.
Esa licitación fue promovida por la Oficina de Cooperación Internacional (OCI) del Ministerio de Educación.
En ella, cuyo costo inicial era de 945 millones de pesos y que terminó incrementándose a 966 millones, se han detectado irregularidades de tal magnitud que no solo llevaron a su anulación, sino también a un pedido inusual de investigación al Ministerio Público para establecer responsabilidades.
Entre las fallas más graves, lo más escandaloso que sobresale, es la adjudicación de contratos a empresas cuyas ofertas no cumplían con las especificaciones técnicas requeridas.
A esto se suman otras anomalías, como la evaluación incorrecta de credenciales, la falta de publicidad de los actos administrativos y la omisión del debido proceso en la instrucción de los recursos de impugnación.
Todo esto configura un cuadro de irregularidades que no puede pasarse por alto ni quedar impune.
Este tipo de maniobras, que en esencia no son más que actos de corrupción administrativa, no pueden seguir ocurriendo sin consecuencias.
Las irregularidades detectadas han sido tan graves que se ha pedido remitir el caso a la Procuraduría Especializada de Persecución de la Corrupción Administrativa, la Cámara de Cuentas y otros organismos fiscalizadores.
Entonces, por lógica, el siguiente paso debe ser la identificación y sanción de quienes tomaron acción en estas irregularidades.
Algo huele mal en este proceso y no se puede tapar con excusas ni con la simple anulación de la licitación.
Es el momento de que se haga justicia y se sienten los precedentes de lugar.