Desde mi pluma

Permanente a oscuras

Los apagones no dan tregua desde las últimas semanas. ¿Cabe alguna duda de que seguimos sin resolver tan siquiera un problema básico en este país? No creo que quepa cuando, en pleno 2024, continuamos perpetuando el sufrimiento y la inconformidad de tener y pagar por un servicio paupérrimo de energía eléctrica.

Recientemente, Edesur informó que unos 42 circuitos se encontraban afectados a causa de la salida de varias plantas generadoras de electricidad y que la situación se agravó por los embates que sufrieron a causa del huracán Beryl, lo cual provocó un déficit de más de 900 MW, lo cual es un contratiempo completamente comprensible, pero ¿Qué pasa con los demás días?

Es probable que solo a quien le pasa entienda el impacto negativo que tienen los apagones en la cotidianeidad de las familias, lo mucho que trastornan las horas de descanso de la gente trabajadora y el curso de las actividades del día a día. De su lado, las pequeñas y medianas empresas, que son el motor de nuestra economía, sufren pérdidas incalculables debido a la falta de electricidad.

República Dominicana ha enfrentado una persistente crisis energética, los gobiernos van y vienen y esa realidad no cambia en lo absoluto. Aunque se han logrado avances, aún existen grandes desafíos pendientes, pues en incontables oportunidades el sistema de electricidad del país ha demostrado ser frágil y sobrecargado.

La gente sigue pagando las tarifas altísimas de un servicio que no recibe, preocupándose no solo por cómo cubrir el pago sino también por los extenuantes apagones, por estar permanentemente a oscuras.

Es evidente que necesitamos soluciones a largo plazo para resolver la crisis energética. Nunca es tarde para invertir más en infraestructuras para que puedan soportar la demanda de electricidad y fomentar el uso de energías renovables más sostenibles para reducir nuestra dependencia a los hidrocarburos. El momento es ahora. 

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