Conversión política y elecciones

Hoy, la Iglesia católica inicia la Cuaresma: “tiempo de conversión” y “de libertad”. Una etapa que reclama procesos y movimientos de maduración paulatina en todos. Un tiempo para actuar, pero también para detenerse.

El Documento de Aparecida habla de “conversión pastoral y renovación misionera de las comunidades”. Es decir, la Iglesia necesita transfigurarse, en vista de la transmisión de la fe y la evangelización. Solo evangeliza quien se ha convertido, de otra manera el acto evangelizar se convierte en un teatro. La conversión implica cambios y renuncias dolorosos y radicales. Estar dispuestos a dejar que la Palabra empape nuestro pensar, sentir y actuar; y a nivel eclesial, se requiere permitir que el Espíritu Santo conduzca por donde Él considere conveniente, aunque eso implique desprenderse de lo acostumbrado, de lo cómodo y de lo fácil.

El Papa Francisco, en la Carta Encíclica Laudato Si’ habla, también, de “conversión ecológica global”; la cual consiste en la “transformación de los corazones y las mentes hacia un mayor amor a Dios, a los demás y a la creación. Es un proceso de reconocimiento de nuestra contribución a la crisis social y ecológica y de actuar de manera que se alimente la comunión: sanando y renovando nuestra casa común”.

Estando tan cerca las elecciones generales en la República Dominicana, considero oportuno hablar de “conversión política”. Esta implica, según Héctor López, una toma de conciencia de nuestra responsabilidad como ciudadanos, no sólo expresada en votos, sino también, expresada en una mayor conciencia del pueblo. Asumir la responsabilidad de construir una sociedad justa, humanizante y humanizada. Elegir personas que enarbolen los códigos de ética, las escalas de valores y nuestra Carta Magna, la constitución. Nunca elegir personas vinculadas con el bajo mundo o que han transgredido continuamente la ley, obtienen la libertad a fuerza de dinero. Es decir, los políticos y electores convertidos a la verdad y a la libertad están llamados a hacer el bien.

Pero, cómo se forja el bien: “promoviendo la justicia, socorriendo al oprimido, brindando equidad al huérfano y defendiendo la causa de la viuda”. No comprometiendo la libertad de los dominicanos con proyectos de ley amañados para beneficiar a grupos políticos; no aprobando proyectos de ley sin leer y analizar concienzudamente; en fin, estando de parte del país, del pueblo y de la familia. En otras palabras, ejercer con transparencia y con responsabilidad las funciones para las que fueron elegidos.

Les dejo con las “bienaventuranzas del político”, propuestas por el Cardenal vietnamita François-Xavier Nguyn Vãn Thun, fallecido en el año 2002:

“Bienaventurado el político que tiene una alta consideración y una profunda conciencia de su papel.

Bienaventurado el político cuya persona refleja credibilidad.

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