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ENFOQUE

Haití y República Dominicana ante un conflicto mayor

Durante el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros, implementado en la República Dominicana en el período del 2013 al 2017 desde el Ministerio de Interior y Policía, acompañé en varias ocasiones a Haití al canciller dominicano de entonces, Andrés Navarro García.

Lo hice en calidad de coordinador general del Plan siendo Viceministro del MIP para Asuntos Migratorios. En otro momento había participado en encuentros bilaterales en apoyo al sindicato de transportistas dominicanos por un peaje que querían cobrarles empresarios haitianos para el ingreso de mercancías al vecino país.

En cada uno de los encuentros (maratónicos por cierto) aparentemente llegábamos a acuerdos. Pero la contraparte de Haití siempre se confundía entre funcionarios del gobierno y otros que nunca se supo quiénes eran.

Les confieso que siempre tenían un aspecto de ser personas muy influyentes. Parecían consejeros con mucha influencia, se distinguían de los representantes del gobierno por la elegancia de la vestimenta de los funcionarios haitianos.

Les repito, aparentemente llegábamos a acuerdos, sin embargo, dos aspectos se destacaron:

1) Nunca hubo firmas. Siempre se oponían a firmar y comentaban que no habría inconvenientes con el acuerdo, pero que tenían que consultarlo. Nunca supimos con quienes consultarían.

2) Luego de llegar a supuestos acuerdos, cuando salían de los escenarios le decían a la prensa lo contrario de lo acordado e insinuaban que República Dominicana los había maltratado, hablaban sobre discriminación etc.

Se convertían estos encuentros en un arma política favorable para sus aspiraciones. Luego, olímpicamente, uno que otro funcionario nos invitaba a su vivienda a disfrutar de una gran comida: chivo asado, que aunque siendo sureño (El Cercado, SJM) no prefiero el chivo y menos la comida picante, por lo que nunca las comí, sin embargo reconozco lo apetitivo que se veía.

La falta de representación valida del gobierno haitiano, la imposibilidad de encontrar un sujeto válido que genere obligaciones bilaterales y el morbo que crea en Haití hablar mal de la República Dominicana para los negociantes y políticos haitianos constituyen los obstáculos más importantes para llegar a una solución viable del impase sobre el canal sobre el río Masacre.

Las consecuencias medioambientales ocurridas en Haití como resultado de esa práctica depredadora, con la continuidad en la construcción de este canal, pueden afectar considerablemente la República Dominicana como resultado de las actitudes del gobierno haitiano que, luego de decir que no estaba participando, al final manifestó su apoyo a la construcción sin decir si había sido su iniciativa o las de un grupo de empresarios haitianos, como lo había manifestado anteriormente.

No veo otra solución rápida de parte de la República Dominicana al conflicto, que no fuese la construcción de la presa y la rehabilitación del canal ya construido en La Vigía.

Olvídense de resultados positivos con la intervención de la OEA, que es el paso legal a seguir por República Dominicana. Aunque no me opongo, esta solo serviría para visar la construcción del canal que no tiene vuelta atrás.

Pues cualquier decisión que tome Haití desde el gobierno y aún con apoyo de los grupos subversivos y los empresarios en Haití, no son garantías de cumplimiento.

Sin embargo, esta es una gran oportunidad para que el Gobierno Dominicano, al verse obligado a cerrar la frontera como presión para detener el canal, para que inicie un proceso que por años se ha anhelado en nuestro país y por qué no, en los países receptores y emisores de flujos migratorios: Propiciar una migración ordenada, reduciendo la mafia que hay en la frontera en la entrada y salida, controlar los visados otorgados en el vecino país por el consulado dominicano, y mejorar considerablemente la gestión migratoria de la Dirección General de Migración.

Por otro lado el Ministerio de Trabajo deberá elaborar un programa de cumplimiento por parte de los empleadores de la legislación laboral en materia de nacionalización del trabajo, y junto al INFOTEP implementar proyectos sobre formación de trabajadores dominicanos en las áreas del trabajo agrícola, construcción y turismo.

El país no puede desperdiciar esta gran oportunidad de ordenar sus flujos migratorios.

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