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MIRANDO POR EL RETROVISOR

¡Ya está bueno!

Un joven abogado colgó un vídeo en redes sociales donde se queja amargamente de las vicisitudes que pasó para poner una denuncia por robo en un destacamento policial.

Cuenta que primero acudió al destacamento del sector Los Jardines, donde le resultó imposible presentar la querella porque no había sistema y tampoco podían hacerlo de forma manual. Fue entonces al ubicado en el kilómetro 9 de la autopista Duarte, de donde lo remitieron al del ensanche Naco porque alegaron que el caso estaba fuera de su jurisdicción.

Juan Julio Brea se mostró tan indignado por el robo como por las trabas que enfrenta cualquier ciudadano para obtener una respuesta de las autoridades ante un reclamo. En el audiovisual se le oyó decir en varias ocasiones “Qué impotencia” y terminó con otra frase cargada de frustración frente a la indiferencia oficial: “¡Ya está bueno!”.

En diversos ámbitos donde por tanto años hemos esperado cambios que posibiliten la tan cacareada necesidad de institucionalizar el país, ese “¡Ya está bueno!” debería convertirse en un grito de guerra ciudadano que presione a las autoridades a actuar sin más demoras ante sentidos lastres sociales.

Hace dos semanas reseñé en una nota periodística el caso de la señora María Martínez Manzueta, de 66 años, quien murió atropellada por un motorista que circulaba en vía contraria, cuando ella salía de ejercitarse en el Parque Mirador Norte, cerca de la intersección formada por las avenidas Hermanas Mirabal y Ecológica Profesor Juan Bosch.

Dos semanas después los motociclistas siguen transitando por el lugar en sentido contrario, sin que agentes de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (Digesett) intervengan para evitar otra muerte.

Es solo una manifestación del caos y el desorden que prevalece en cualquier vía del país, donde el irrespeto se ha convertido en la norma, mientras los agentes de la Digesett siguen más enfocados en su rol recaudador –mediante la imposición de multas- que en una eficaz labor preventiva. Y sobre eso ¡Ya está bueno!

Ante el auge de la delincuencia, aunque cada lunes en el Palacio de la Policía Nacional el propio presidente Luis Abinader o cualquier otro funcionario que envíe a representarlo hable de reducción, la población se siente cada día más indefensa y vulnerable.

El asesinato de cinco integrantes de una familia en Dajabón y de dos vigilantes en un importante supermercado son señales de que ya no hay ningún lugar seguro en el país. Y ante ese escenario cada día más aterrador ¡Ya está bueno!

Apenas unos días después de que la Sisalril informó que había atendido en los últimos cinco años 32 casos de reclamaciones de afiliados a prestadores de servicios por cobros indebidos y solicitudes de anticipos, incluida la sanción a una clínica, una amiga comentó en un grupo que en horario nocturno, cuando no tenía la posibilidad aunque tuviera el dinero de ir a un banco a realizar el retiro, una clínica le exigió 300,000 pesos de adelanto para admitir a un familiar en Cuidados Intensivos porque su seguro no le cubría completo.

Ese es solo un pequeño síntoma del excluyente e injusto sistema de seguridad social que tenemos, lo que obliga a muchas personas a auxiliarse de medios de comunicación que “cuenten sus historias”, para así lograr tratamientos, cirugías o cualquier otro procedimiento médico que no está a su alcance. Y ante eso ¡Ya está bueno!

La semana pasada acudí a la sucursal de una de las compañías distribuidoras de electricidad a reclamar por la desproporcionada factura energética del mes que recibí. La sala de espera estaba repleta de personas con la misma queja y, como el abogado Juan Julio Brea, a muchos les escuché decir: “Que impotencia”. Sobre las alzas indiscriminadas en la tarifa eléctrica que ya han provocado incluso el cierre de numerosas micro empresas, hay que plantarse con un ¡Ya está bueno!

Seguimos como país acumulando malas notas en la educación a todos los niveles, con resultados cada día más desalentadores en el proceso de enseñanza-aprendizaje y escuelas donde predomina el irrespeto, la indisciplina y la falta de compromiso. El Summa Cum Laude en ese sector lo acabamos de lograr con la impresión de libros de texto que tienen hasta errores ortográficos. Ante ese penoso derrotero ¡Ya está bueno!

Podría haber también un ¡Ya está bueno! para los feminicidios, suicidios, deterioro de servicios, endeudamiento descontrolado, boato estatal, corrupción y otros tantos males sociales que laceran el alma nacional.

Y claro, sin dejar fuera a los políticos que cada cuatro años prometen los cambios y la institucionalidad del país, que luego echan en el saco del olvido. El escritor y filósofo argentino José Ingenieros, en su obra “El hombre mediocre”, nos advierte que “el hombre es un ser sociable, pero su sociabilidad tiene límites”.

Un ¡Ya está bueno!, no individual como el del abogado Brea, sino colectivo, puede ser la chispa que sepulte tantos años de impotencia y frustraciones.

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