La gatita de María Ramos

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Ruddy L. GonzálezSanto Domingo

La crisis de Haití se agrava. El estado de violencia es incontrolable. La falta de autoridad es ostensible. Esa nación camina a una gran explosión social, una grave crisis sanitaria, una gran hambruna.

Los inmigrantes haitianos no son solo un problema para los dominicanos, pues ya están regados por todo el continente, incluyendo parte de las caravanas humanas que cruzan, por ejemplo, el peligrosisimo ‘tapón del Darién’ para llegar a la frontera méxico-norteamericana, con todo dramatismo, como vio el mundo en septiembre del 2021. Todos saben la gravedad del caso. Lo plantean en todos los foros multinacionales. Hablan de la urgencia de tomar medidas. Pero nadie hace nada en concreto. En la Cumbre Iberoamericana que se celebró en el país, por ejemplo, todos los presidentes hablaron del tema, se solidarizaron con las preocupaciones y advertencias de República Dominicana. Buenas intenciones, pero nada en concreto.

Estados Unidos y Canadá, en declaraciones de sus gobernantes, Joe Biden y Justin Trudeau, abordaron el tema en una reunión y anuncian que saben lo que se debe hacer, pero son muchas promesas, muchas declaraciones, pero no se hace nada. La Unión Europea ha emitido declaraciones en favor de una solución de la crisis haitiana, pero no hay acciones en concreto. Los dominicanos, que somos los más perjudicados con el agravamiento de la crisis social, política, económica, la oleada de violencia y la zozobra política, seguimos decididamente luchan por soluciones, por la pacificación, avanzar por un mejor futuro. Y debemos seguir. No desmayar. Mientras, el resto de la denominada ‘comunidad interncional’ como la gatita de María Ramos, que tira la piedra y esconde la mano’.

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