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La Compañía del Luigi Fortis

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

Fortis tenía 72 años cuando lo eligieron vigésimo general jesuita. Poseía una sólida formación en humanidades y matemáticas.

La congregación general que lo eligió estipuló que para ser jesuita había que dedicar dos años al noviciado. Como había muchos jesuitas sacerdotes que nunca habían hecho noviciado, se reglamentó que ninguno pudiera pronunciar los últimos votos sin dedicar varios meses a la oración y el estudio del instituto, la llamada “tercera probación”.

En 1820 los jesuitas eran 1, 300. Los jesuitas existían en Italia, Sicilia, Rusia Blanca, Francia, España e Inglaterra. Se les esperaba en México y había casas jesuitas en Estados Unidos y varios países de Europa.

Ya para los años entre 1820 y 1823, la Compañía estaba expulsada de México y España. La Compañía padecería veinte expulsiones de catorce países durante el siglo XIX.

A pesar del aumento de un 50% durante el generalato de Fortis, los jesuitas no podían responder a tantas peticiones de “… predicadores, confesores, directores de congregaciones [marianas] y, en especial, profesores, tanto en seminarios diocesanos como en colegios específicamente jesuitas”.

Solamente desde Francia llegaron al Superior General 120 peticiones para que los jesuitas dirigieran seminarios menores, mayores y colegios. En 1826, ya Francia tenía ocho colegios. En 1828 “una ola de antijesuitismo” los mandó al exilio.

Aunque Fortis quería actualizar el método de enseñanza de la Compañía (Ratio Studiorum) lo hizo su sucesor. Aquellos jesuitas hicieron de la enseñanza su apostolado principal. En la Europa posterior al Congreso de Viena, la Santa Alianza y el restauracionismo, los jesuitas y su formación eran conservadores y recelosos de toda innovación. Pero algunos jesuitas franceses simpatizaron con las ideas del P. Lamennais, que veía en el “entendimiento universal de la humanidad en general” el criterio mayor de certeza. Desde Roma se lo prohibieron.

Pío VII apoyó a los jesuitas. Siendo cardenal, León XII chocó con la Compañía. De papa (1823 – 1829) les confirmó sus privilegios y añadió otros. Devolvió a la Compañía el Colegio Romano (1824) y la iglesia Sant’ Ignazio (1824), y volvió a confiarle el Colegio Germánico y el Colegio de Nobles.

A la muerte de Fortis (1829 los jesuitas eran 2,100 repartidos en nueve unidades (provincias) y trabajaban en Irlanda, Maryland y Misuri. Fortis conservó la identidad jesuita y nunca pensó en innovar (Ver Diccionario Histórico SJ).

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