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El dedo en el gatillo

Los buenos lectores

Antes de partir a su maestría en Alicante, le pregunté a Yadimir Crespo, la periodista que durante pocos meses laboró a mi siniestra, cuál libro le gustaría ver reeditado. Ella no dudó en votar a favor de la novela argentina “El beso de la mujer araña”, de Manuel Puig.

Le narré mi complacencia con la versión cinematográfica de esa novela, al frente de la cual estuvo el reputado director Héctor Babenco. Esa cinta le valió un premio Oscar al actor norteamericano William Hurt como Mejor Actor.

La predilección de Yadimir por la obra literaria viene de mi insistencia porque ella la leyera. En varias ocasiones fui en su búsqueda para regalársela, pero siempre recibía un rotundo “no” salido de la boca de un librero hirsuto.

Otra periodista consultada fue Carolina Pichardo, una muchacha brillante que vive en San Cristóbal y que actualmente dirige el Departamento de Investigación del Decano de la Prensa. Ella integró el programa de pasantía periodista por un Año. Hizo su maestría en periodismo de investigación y una pasantía en la BBC de Londres y regresó al país hablando y escribiendo un impecable inglés, y con una capacidad envidiable de trabajo. A Carolina le hice la misma pregunta y no pensó dos veces su respuesta: “El sabueso de los Baskerville”, de Arthur Conan Doyle, novela desaparecida de los estantes criollos.

Coralis Orbe, máster en España y perteneciente a la novena versión del programa de las PPA, a cada rato paso por su lado y le encuentro varios libros de Carlos Fuentes comprados por Amazon, toda vez que en el país no existen. Una vez le hablé de “Aura” y el silencio fue su única respuesta. Supongo que todavía anda buscando un ejemplar para comprar por Internet. También añora “El segundo sexo”, de Simone de Beauvoir.

A Carmen Guzmán le comenté la novela de José Donoso “Donde van a morir los elefantes”, una visión desgarradora del literato latinoamericano que viaja a los Estados Unidos en busca de fama. También ese libro duerme en las calendas griegas.

Le recomendé a Juan Eduardo Thomas, la novela de Roberto Bolaño “Los detectives salvajes”, la cual me prometió comprarla en Amazon. Yanibel Luna, con quien ahora trabajo a su lado se interesó por la lectura de “La ciudad y los perros”, de Mario Vargas Llosa. Como no poseo esa obra, le entregué una edición especial con sus primeros relatos “Los jefes”, “Los cachorros” y “Quién mató a Palomino Monero”, entre otros. Indhira Suero es amante al buen cine y vivimos burlándos de aquellos que se dicen “realizadores” y venden su talento al mejor postor, si es que tienen talento. También hablamos de libros y en cierta ocasión le comenté dos referencias mundiales ignoradas por las políticas de reimpresión” de editoriales grandes y pequeñas: “Jardín”, de la cubana Dulce María Loynaz, “Persona nom grata”, del chileno Jorge Edwards (ambos premiados con el Cervantes de Litertura) y “Fuera de juego”, el simbólico poemario de mi compatriota Heberto Padilla.

El libro a ratos escasea. Solo se reimprimen o reeditan aquellos que producen beneficios mercuriales. Pero a pesar de los editores sabuesos, leer es un placer. Nos abre el mundo de los significados. Siempre hay algo que aprender de una obra impresa por muy poco valor que se le otorgue.

Acaba de llegar al Listín la nueva pasante Cayena González, quien ya escribe para Ventana y Lecturas de Domingo. Me ha confesado que lee poco. Prefiere volver a leer “El caballero de la armadura oxidada”, de Robert Fischer. Su primera edición fue de 1987. También desea conocer “El vuelo de la reina”, de Tomás Eloy Martínez, solo disponible en Amazon.

Mi compañera Yanirís López la considero entre las mejores redactoras de la República Dominicana. Hay dos libros que leyó en su primera juventud y que hoy no encuentra. Uno es “Amuleto” de Roberto Bolaño y el segundo, “El joven trovador”, de A.J. Cronin, una novela inolvidable de un joven sacerdote dispuesto a cambiar los hábitos por una profesión mundana. Esos dos anhelos son a vuela pluma porque Yaniris lee muchísimo y sé que su lista de reediciones es numerosa.

Mi escritor favorito es Italo Calvino. Tuve la suerte de leer en mi juventud cubana dos de sus libros en español: “El barón rampante” y “Las dos mitades del Vizconde”. Nunca dejo de hablar de él a los pasantes del Listín. Su última novela, “Palomar”, pude leerla en italiano porque solo se ha hecho de ella una sola edición en español. Ya he agotado elogios para ella y mi sueño es comprar alguna traducción al español. Sé que en estos tiempos las obras ilustres son alimento de polillas. Pero sigo preguntado y urgando y recibiendo peticiones, aunque muchas veces salgan como música en mis oídos palabras que lo dicen todo: No existe, está agotada.

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