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Pío VII restauró la compañía de Jesús en 1814

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

Mediante la bula, “Sollicitudo Omnium Ecclesiarum”, del 7 de agosto, Pío VII restablecía la Compañía de Jesús. Quería haberla publicado en la fiesta de San Ignacio, el 31 de agosto, pero todas las burocracias son lentas.

Recordemos que Clemente XIV había suprimido a los jesuitas en 1773, pero prusianos y rusos los conservaron en atención a sus poblaciones católicas y sus colegios. Desde 1780 tenían un noviciado en Polock (ahora Rusia). En 1783, el papa Pío VI, había aprobado oralmente los pasos que habían dado los jesuitas en Rusia. Para allá se encaminaron algunos jesuitas dispersos por Europa.

Perduraba la animadversión con los jesuitas. Fallecido Carlos III en 1788, Pío VI le sugirió a Carlos IV de España que restaurase a los reverendos en su tierra. El flamante rey le respondió: todas las atrocidades de la revolución francesa se deben a los jesuitas.

Nuevos vientos soplaban en Roma. Barnaba Chiaramonti, elegido papa Pío VII (mayo 8, 1800) aprobó oficialmente a la Compañía de Jesús en Rusia en 7 de marzo de 1801. El 15 de agosto de 1804, Fernando de Nápoles, que había expulsado a los jesuitas 37 años antes, autorizó a los jesuitas ocupar su antigua iglesia. Pero José Bonaparte, dueño de Nápoles en el 1805 volvió a expulsarlos.

En Rusia, donde 14 jesuitas habían fallecido exhaustos cuidando heridos franceses y rusos de la invasión napoleónica de 1812. En 1814, la aprobación mundial de los jesuitas por Pío VII trajo gran alegría.

Pero el Zar y su gobierno temieron que si el P. General Brzozowski se trasladaba a Roma, Rusia perdería influencia sobre la dirección de la Compañía. Dentro de Rusia, sectores poderosos pugnaban por la afirmación de la Iglesia ortodoxa y que se cortaran los vínculos con la Europa que podían contaminar a la Santa Rusia (¡Putin avant la lettre!).

En 1816 los jesuitas fueron expulsados de la capital, San Petersburgo. Se les acusaba de ingratitud al Zar. En realidad, el Príncipe Galicyn les reprochaba haber convertido al catolicismo a un sobrino suyo.

A Brzozowski nunca se le permitió trasladarse a Roma para ocuparse de los asuntos de toda la Compañía. Falleció en 5 de febrero de 1820. Se cuidó de nombrar vicario al italiano Mariano Petrucci. El 13 de marzo de 1820 los jesuitas fueron expulsados de Rusia.

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