Un rey luterano y una zarina ortodoxa salvaron a los jesuitas
El luterano, Federico II de Prusia y la zarina ortodoxa Catalina, la Grande de Rusia ignoraron el breve de Clemente XIV suprimiendo a los jesuitas. Ambos monarcas eran beneficiarios de la partición de Polonia y habían heredado desde 1772 importantes poblaciones católicas.
El filósofo D´Alembert, escribiendo el 16 de junio, 1769 a su amigo Federico II de Prusia, se burlaba: “En verdad sorprende: mientras que las majestades cristianísimas , muy católicas, muy apostólicas y fidelísimas destruyen a los granaderos de la Santa Sede [los jesuitas], vuestra muy herética majestad, es la única en conservarlos” (Villoslada, BAC V, 2004: 178, nota 39).
En Bielorrusia, Catalina había heredado 201 jesuitas con 4 colegios, 2 residencias y 14 misiones.
Temiendo desórdenes, Catalina ignoró el breve papal. El ministro español Moñino protestó. Catalina ripostó: --yo no me inmiscuyo en sus asuntos, no se meta en los míos--. Para febrero de 1777, los jesuitas en Rusia habían descendido de 201 a 150. El obispo Stanislaw Siestrzencewicz pidió a Roma autoridad sobre todas las órdenes religiosas de la Rusia Blanca y así poder lidiar con Catalina II con mayor autoridad. Pío VI se lo concedió. Valiéndose de esa autoridad, en 1779 el obispo autorizó a los jesuitas, ¡abrir un noviciado! En 1780, se abrió en Polock. En 1782, los jesuitas de la Rusia Blanca, eligieron al P. Czerniewicz como Vicario General.
Inquieto con la legitimidad de sus pasos, el Obispo Siestrzencewicz mandó un emisario a Pío VI.
El 12 de marzo de 1783, Pío VI le ratificó tres veces: “¡approbo!” a Mons. Jan Benislawski, exjesuita y futuro obispo, legitimando así la forma de vida de los jesuitas bajo Catalina y su elección de un General (Ver. Apuntes de José Luis Sáez). Algunos veteranos jesuitas empezaron a moverse hacia Rusia.
Desde el 8 de mayo del 1800, la Iglesia tenía un nuevo papa, Pío VII, quien el 7 de marzo de 1801 restauraba oficialmente (Breve Catholicae Fidei) la Compañía de Jesús en Rusia. En 1802 mandó que los Vicarios Generales jesuitas de Rusia fuesen reconocidos como Padres Generales. Ya desde 1779 existía un noviciado en Italia (Colorno). En 1805, el polaco Tadeus Brzozowski fue elegido como General.
El 7 de agosto de 1814, Pío VII reestablecía universalmente a la Compañía de Jesús mediante la Bula “Sollicitudo Omnium Ecclesiarum.