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Recomendaciones urgentes para falsos o verdaderos políticos duartianos

Iniciado el pasado 26 de enero el mes de la Patria, e iniciada, aunque de manera ilegal, la campaña electoral; ante lo atractivo que resulta en tales condiciones el discurso patriótico o patriotero, según quien lo emita; justo ahora que anda más de uno arrimado a una arenga duartiana que ha negado en sus hechos y decisiones, creo conveniente presentar algunas acciones que podrían acercar al ciudadano en general y a candidatos políticos en particular, al inmaculado pensamiento político y ético de Juan Pablo Duarte, el más visionario, puro y noble de todos los dominicanos, que “hay muertos que van subiendo, mientras su ataúd baja”, don Manuel.

Para rendir homenaje a Duarte, comience por pagar impuestos y cumplir con sus deberes ciudadanos y familiares.

Para exaltar la memoria del patricio, nada como ser honesto en la administración de los bienes públicos y familiares, sin importar la calidad de su vestimenta, la marca de su perfume. Sabido como se sabe, que ser limpio no es lo mismo que ser pulcro.

Para que viva el alto nombre de quien hizo de la política el arte de servir a los demás, se recomienda seguir los pasos que la madre Teresa siguió de Duarte, -según mis fuentes y vajillas-, y es que hay entregarse y dar hasta que duela, como también lo hizo otro mártir y apóstol de la América morena, José Martí, cuando nos recordó que la patria es ara y no pedestal.

Siendo humano, honrado, humilde y generoso, (-¡ay la humildad de los grandes y la mezquindad de los pequeños-), respetando los derechos ciudadanos de los más débiles y las minorías por encima de la geografía, las razas y las nacionalidades, así se rinde homenaje a Duarte, autor del poema “La cartera del proscrito”, (angustias de su exilio), que próximamente les compartiré.

Para que sonría satisfecho Juan Pablo desde el parnaso de su gloria inmortal, nada como no mentir nunca jamás, tener principios innegociables y estar dispuestos a pagar el precio de asumirlos hasta el exilio o el martirio, incluso hasta la muerte gris en la soledad cruel de una fábrica de velas en un país hermano llamado Venezuela.

Para rendir homenaje a Duarte no son discursos ni poses patrioteras lo que necesitamos, sino hechos y acciones por el país y su gente, por encima de banderas partidarias, ambiciones desmedidas y egos destemplados.

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