Opinión

Libertad de prensa

Ruddy L. GonzálezSanto Domingo

En momentos en que el ejercicio de la libertad de prensa sufre serios revés en el continente, en República Dominicana se mantiene un importante respeto por este importante derecho universal. Desde el inicio mismo del proceso democrático post dictadura que vivimos los dominicanos –por más de 60 años- el ejercicio de los periodistas ha sido respetado –con altas y bajas, escollos, presiones incluidos- por gobiernos, poderes fácticos, el crimen organizado, los políticos, de la nación. El asesinato, la prisión, los atentados físicos no son norma de costumbre contra periodistas y la prensa en nuestro país. Las presiones económicas sí se manifiestan, generalmente ejercidas desde el poder gobernante, que se irradia al poder empresarial, por motu proprio en unos casos, por temor a la reacción oficialista, en otros. Hoy, uno de los recursos favoritos de los que encaran las denuncias de la prensa libre, es la descalificación, la injuria, el rumor, la acusación aviesa, generalmente ejercida a través de las tenebrosas y cuestionadas redes sociales. Los deleznables fake news. Es una lucha día a día, donde el poder del dinero se impone, al punto de ser hoy el punto nodal de la detestable autocensura, el ocultamiento de la verdad, no por convicciones sino por intereses económicos.

Porque si es propio hablar de las presiones oficiales o del poder económico, es justo ver la otra cara de la moneda: el enriquecimiento a costa del ‘ejercicio’ periodístico. En medio de esta baraúnda, entonces, debemos sentirnos satisfechos de que en el ranking continental sobre el ejercicio de la libertad de prensa, publicado por la SIP, ocupemos un cuarto lugar.

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