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MIRANDO POR EL RETROVISOR

Tatis Jr y la necesidad de mirar más hacia las gradas

El pelotero inconforme por un error toma un bate y hace añicos la hielera en el dugout. El baloncestista irritado con la pitada de un referí le vocifera insultos y poco falta para que agreda al juez frente a todos en la cancha. El tenista molesto por su desempeño destroza su raqueta.

Son solo algunos ejemplos de inconductas de atletas que se han convertido en ídolos para millones de fanáticos en el mundo, especialmente niños y adolescentes que anhelan ser como ellos, fascinados por sus proezas.

Esa fruición que despiertan en sus seguidores los convierte en referentes que perduran incluso más allá del retiro.

Seguí con un entusiasmo desbordante las carreras del lanzador Tom Seaver, en béisbol, y de Larry Bird, en baloncesto, así como ahora del español Rafael Nadal, en tenis, quien todavía está activo en ese deporte.

En mi niñez soñaba jugar béisbol para ser como Seaver y cuando practiqué ese deporte elegí la posición de lanzador influenciado por el entonces pícher de los Metros de Nueva York.

Cuando también jugué baloncesto en la cancha del Club Los Pioneros del barrio Villas Agrícolas de la capital, mis compañeros me decían “El Larry”, porque imitada al jugador de los Boston Celtics hasta en la manera de lanzar la pelota al aro.

Por lo antes expuesto, entiendo perfectamente la decepción de tantos en el país por la sanción de 80 juegos impuesta al torpedero de los Padres de San Diego, Fernando Tatis Jr, quien dio positivo a una prueba de dopaje.

Algunos de sus colegas y jugadores ya retirados han cuestionado duramente a Tatis, con sobrada razón, pues incluso antes de su suspensión estaba fuera de competencia por una lesión que sufrió manejando una motocicleta, lo que ha perjudicado a su equipo debido a su prolongada ausencia.

Una dura crítica provino del exlanzador e inmortal de Cooperstown, Pedro Martínez, quien alegó que Tatis Jr no tiene excusas y se declaró extremadamente decepcionado con él.

De todo lo que dijo Pedro creo que hay un aspecto en que el suspendido torpedero debe meditar con detenimiento.

“Aunque eres rico en habilidad, un excelente atleta y un fenómeno, algunas veces te va a costar si no escuchas. Y a veces gente como él tiene que tropezar un poco para entonces entender lo que tiene que hacer”, razonó Pedro para fijar su posición al respecto.

Hay numerosos ejemplos de atletas que les ha costado, y mucho, por pensar que sus habilidades y el talento que poseen están incluso por encima de quienes siguen sus carreras desde las gradas y a través de diversos medios electrónicos. Alex Rodríguez es un vivo ejemplo de esa realidad.

Los que han defendido a Tatis Jr, incluso su padre Fernando Tatis, entienden que en Grandes Ligas magnificaron un “error insignificante”, solo con la intención de dañar la imagen de un jugador con una prometedora carrera.

Quizás Tatis Jr no usó el esteroide Clostebol contenido en un medicamento para incrementar su rendimiento, porque realmente no lo necesita, pero constituye un acto de irresponsabilidad de su parte no medir las consecuencias de sus actos, aunque sean tonterías.

Pienso que, aunque quienes manejan ese exigente béisbol tengan la intención de perjudicar a un jugador en específico –por su condición de latino, como se argumenta con tanta frecuencia-, eso solo ocurriría si ese atleta aporta las razones para que así suceda, sin importar sus orígenes.

Para solo citar un ejemplo, el estadounidense Pete Rose, el líder histórico de hits en las Grandes Ligas, está suspendido de por vida por apostar a favor y en contra en los juegos de su propio equipo. Y no es latino.

No se trata de un abuso o ensañamiento contra el talentoso jugador dominicano, quien seguro había sido instruido sobre la rigurosa política antidopaje que se aplica desde hace varios años en Grandes Ligas, además de que ha conocido historias similares de compatriotas suyos suspendidos con igual dureza por usar fármacos sin orientarse previamente con los médicos de su equipo.

Es una escena recurrente ver a niños, adolescentes y hasta adultos saltar de alegría cuando atrapan en las gradas una pelota bateada de foul por el jugador que admiran o cuando reciben un objeto que usa autografiado.

Si atletas tan admirados se detuvieran por momentos a mirar hacia las gradas se darían cuenta del enorme compromiso que tienen con quienes siguen sus hazañas y la importancia de mantener la ética deportiva.

Especialmente tantos niños y adolescentes que sueñan ser como ellos.

Todavía me deleito viendo vídeos en internet de Tom Seaver y Larry Bird, ya retirados, y sigo con fervor los partidos del tenista español Rafael Nadal, quien, por cierto, en aproximadamente 21 años de carrera, nunca ha roto una raqueta inconforme por su desempeño en un partido.

El día que lo haga me sentiría muy decepcionado por un acto tan común en otros tenistas y al parecer insignificante.

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