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Amar y condenar

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Mons. Ramón Benito de la Rosa y CarpioSanto Domingo

María Magdalena pasa a la historia de la humanidad, como el signo de la mujer pecadora que tiene siete demonios. Si se quiere, ligada a la prostitución, pero que es amada, querida, perdonada y de ella se puede decir: amar y condenar.

Jesucristo ama a las personas y Dios nos invita como un maestro amar a las personas, no a condenarlas. Jesús amaba a las personas, pero condenaba los hechos, condenaba la prostitución de María Magdalena, pero no condenaba a la persona. Condenaba a los corruptos que cobraban impuestos sin necesidad, pero no condenaba las personas. Entre ellos está Mateo, hoy en día es un evangelista, pero era un corrupto.

La lección sigue patente. El maestro nos vuelve a enseñar que hay que aceptar a las personas aunque no estemos de acuerdo con sus hechos y lo podamos decir: no estamos de acuerdo con la prostitución, ni con los hechos de María Magdalena, pero estamos con la persona como hizo Jesús. Hasta mañana si Dios, usted y yo lo queremos.

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