Repensando la educación: El rol de los maestros y las maestras en R.D.
Juan Antonio Martínez Nova.
Cada 30 de junio celebramos el Día del Maestro y la Maestra en la República Dominicana. Nos llena de orgullo contar con decenas de miles de profesionales comprometidos con el desarrollo del principal activo del pueblo dominicano: nuestra gente. Hoy, gracias a las tecnologías de la información y comunicación, se impulsan múltiples revoluciones educativas que harán de nuestro país una nación más diversa, global, competitiva, y en la cual todos los dominicanos gozaremos de una mejor calidad de vida.
Hablamos de revoluciones educativas en plural porque evocamos a la conceptualización de que cada niño, niña, y adolescente tiene el potencial innato para ser un ente de transformación por sí mismo. Los estudiantes son protagonistas del proceso de enseñanza-aprendizaje y nuestros maestros y maestras son los acompañantes por excelencia de dichos logros.
El arte de la enseñanza ha evolucionado con los años. Hemos pasado de las ‘reglas y varas’ a un proceso psicoafectivo donde se coloca al estudiante como centro del proceso de enseñanza y aprendizaje. En las escuelas y liceos se debe experimentar con el conocimiento, no presentarlo como un dogma incuestionable. El antiguo rol de transmitir conocimientos y moldear a los estudiantes como vasijas de barro queda en el pasado. Hemos visto que las vasijas de barro se quiebran con facilidad. Prestar atención a las necesidades individuales de cada estudiante es cada vez más importante. Trabajamos por un país con mayor atención a la diversidad, equidad, e inclusión y esto requiere que formemos a las nuevas generaciones con estos principios.
A pesar de los avances en materia educativa, aún como sistema continuamos buscando maneras para lograr la integración de los padres y familias de los estudiantes en la escuela. Como se ha referenciado en años pasados, la escuela no puede por sí sola con toda la responsabilidad que significa formar a las y los ciudadanos de la República Dominicana. Las relaciones positivas entre padres y docentes han demostrado un mayor nivel de compromiso y de éxito académico en los estudiantes. (Collet Sabé et al., 2014). Cuando logramos que padres y maestros trabajen como compañeros, tanto en la escuela como en el hogar, los estudiantes desarrollan mayores competencias sociales y se incrementa su rendimiento académico.
El entorno educativo trasciende las paredes de la escuela. Nuestras calles, supermercados, iglesias, empresas, e instituciones también son escuelas. Nuestros niños y niñas son directamente influenciados por las experiencias que viven en sus hogares y comunidades. Los estudiantes no son consumidores de conocimientos y saberes extraídos de libros, son creadores activos de la experiencia de aprendizaje. De ahí que se convierte en un aspecto esencial crear experiencias positivas para el aprendizaje, en las que, a pesar de la realidad social dominicana, los estudiantes desarrollen resiliencia y puedan a partir de la criticidad ser los entes de transformación que esperamos.
Celebramos a cada maestro y maestra que dedica su diario vivir a la profesión más noble de la historia: la enseñanza. Agradecemos a cada maestro que ha dedicado su vida al arte de la enseñanza y recordamos con gran respeto y admiración a los que ya no están con nosotros. Los maestros y maestras no mueren, su legado permanece y se transmite de generación en generación. Aseguremos hoy que cada niño y cada maestro cuente con los recursos necesarios para alcanzar su cometido: construir la República Dominicana que todos queremos.

