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Lo bueno en lo malo: gastar menos y producir más

El mayor mérito de los liderazgos en cualquier tipo de organización y situación es encontrar opciones, alternativas de escape, en lo peor. El Chavo del Ocho lo decía en su jocosa manera de hablar: “Tómelo por el lado amable”.

Estas opciones son más fáciles de alcanzar cuando se cuenta con información importante sobre temas cuyo desconocimiento generarían riesgos y daños.

El pasado 30 de junio, el Banco Central dominicano informó su decisión (y de la Junta Monetaria) de actualizar desde 6.5% a 7.25% las tasas de interés “de política monetaria” que rigen para los depósitos interbancarios, especialmente los que el sector financiero realiza en el BanCentral. De tal modo, explica el regulador monetario, “la tasa de facilidad permanente de expansión de liquidez aumenta de 7.0% a 7.75% anual y la de depósitos numerados de 6% a 6.75%”.

Se refiere a ese tipo de facilidades financieras que estimulan el depósito de excedentes monetarios de las entidades financieras en los bancos centrales, denominadas “Repos a 1 día” y “Overnight”, respectivamente.

Diligente, la editora económica de Listín Diario reseñó la información de forma abundante y detallada. Igual otros medios.

Lo importante es señalar que el BanCentral está retirando, con prudencia, liquidez del sistema financiero mediante la modalidad de “facilidad permanente de expansión de liquidez”.

Por efecto de ello, los nuevos préstamos serán ajustados por las instituciones financieras a esta nueva realidad, constituyéndose en medios de controlar la inflación, objetivo de la medida, según explicó el BanCentral, expresando: “Para contribuir a contrarrestar las presiones inflacionarias, el Banco Central ha reducido de forma importante el excedente de liquidez del sistema financiero, a través de operaciones de mercado abierto y del retorno gradual de los recursos que habían sido otorgados durante la pandemia”, las cuales también contribuyeron “a una moderación significativa en el crecimiento de los agregados monetarios”.

La actual se suma a “las medidas de control de la liquidez y los instrumentos graduales en la tasa de política monetaria”. Su objetivo: revertir “la postura expansiva implementada durante la pandemia”.

Es conocido que el dinero abunda cuando la gente puede adquirirlo gratis, a bajo costo o a precio razonable. Y que ese dinero obtenido mediante financiamientos, ayudas u otras vías sale al mercado a incrementar la demanda de bienes y servicios, factor determinante de la inflación, expresada como el índice de precios al consumidor (IPC).

Cuando la capacidad de satisfacer la demanda incrementada por la abundancia monetaria y el bajo costo del dinero resulta afectada (desabastecimiento), los precios se precipitan hacia el ascensor y o escaleras arriba, buscando niveles altos.

Desde el 2020 el mundo ha estado sufriéndolo.

A causa de la pandemia de la Covid-19, de la guerra comercial entre los Estados Unidos y China y ahora la guerra de Rusia en Ucrania. Estas situaciones han impulsado al mundo hacia las actuales dificultades en eso que los economistas designan “cadena de distribución”. El desabastecimiento era de esperar por el cierre de las industrias y el trabajo remoto; por el “apagado” y la limitación de servicios esenciales —médicos, educativos y culturales— y por la reducción en niveles importantes del activismo en los servicios de trasiego mercantil: contenedores, camiones, aviones, embarcaciones y la producción, especialmente la petrolera: este hidrocarburo pasó de costar US$83 por barril en enero de este año 2022, a US$115 en junio (+US32.00, equivalentes a +38.55%).

Por efecto de ello, los costos acumulados durante el período “apagado” y de conflicto están integrándose a los gastos productivos, aumentando los precios a niveles no vistos hace tiempo. En consecuencia, entre nosotros el IPC incrementó, inter anual, de 8.5% en 2021 a 9.47% en junio, 2022.

Otro hecho que impulsó el IPC al alza es el nivel de masa monetaria (dinero en manos del público a través de diferentes instrumentos), que está fuera de los bancos. Aumentó mundialmente a causa de las políticas anti-cíclicas que para contrarrestar la falta de ingreso en los hogares y los negocios los gobiernos despacharon en el 2020. Para que se tenga una idea, como porcentaje del PIB, el Banco Mundial informa que incrementó de 125.1% en el 2019 a 143.5% en el 2020. En nuestro país, afirma este organismo internacional, su variación fue de 34.3% del PIB en el 2019 a 42.8% en el 2020. Estos +8.5 puntos porcentuales representan +24.78% del total anterior y, también, +10.07% que la media mundial de 14.71%.

De mayo 2021 a mayo 2022, los billetes y monedas en circulación —en millones pesos dominicanos— pasaron de $215,646.1 a $231,526.6, aumentando + $15,880.5 millones (7.36%).

Un año antes, en diciembre del 2020 cerraban en $222,944.2 (+33.94%), habiendo sido $166,456.3 el año anterior. De aquí llegaron a $245,169.9 en el 2021, lo cual es +9.06% que en el 2020 y casi la mitad de sus niveles de 2019 (47.29%).

Como vemos, las economías —la nuestra también— sufren otra pandemia: la pecunitis. Su síntoma visible: el consumismo. Su efecto: disparar los precios aún más.

Sin embargo, en esta coyuntura la resiliencia dominicana continúa manifestándose. Pese a los pronósticos globales de desaceleración, el BanCentral informa un aumento del índice de actividad económica (IMAE) de +5.8%, entre y abril 2022 y su mejor previsión: podremos crecer alrededor del 5% en este año.

La voluntad productiva nacional (y el consumo, también) se manifiesta en que el crédito al sector privado en pesos dominicanos creció, interanual, alrededor de +12.5% en junio, 2022.

Este afán de prevalecer y avanzar a pesar de la pandemia se expresa en la expansión de las recaudaciones, el turismo, las remesas (US$4,000 de enero a mayo, 2022) y las reservas internacionales: totalizan el 13.2% del PIB. Efecto de este flujo de dinero desde el exterior, a julio del 2022 el peso se apreció +5%.

Pero no puede comprar más.

Algunos economistas —como José Lois Malkún, en este Listín Diario—advierten que se debe gastar con moderación.

Lo bueno, en medio de esta vorágine de choque externo, es que lo sabemos. Gracias al BanCentral.

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