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MIRANDO POR EL RETROVISOR

Las 364 noches cortas de los museos

Cuando visité en el año 2012 el Museo Nacional del Palacio, en Taiwán, pensé inicialmente que había llegado a un aeropuerto internacional o a una concurrida plaza comercial.

Me impresionó mucho ver la cantidad de personas que hacía fila en el exterior para ingresar y ya dentro las áreas de exhibición también abarrotadas de visitantes.

Ese museo siempre tiene en exhibición cerca de 3,000 obras de arte en 20 salas, de unas 700,000 que posee y muestra al público en continuo cambio.

Igual sensación experimenté cuando visité en diciembre de 2017 el Museo Americano de Historia Natural, en Nueva York, donde prevalecía el mismo ambiente.

La colección del museo neoyorquino está compuesta por más de 35 millones de objetos y está considerada la más amplia del mundo.

La famosa catedral parisina Notre Dame recibió alrededor de 12 millones de visitas al año de 2016 a 2018 y, aunque fue afectada por un incendio el 15 de abril de 2019, rápidamente fluyeron los recursos para reabrirla al público con todo su esplendor.

Gran Bretaña tiene cuatro museos entre los más populares del mundo, con cerca de 23 millones de visitas en 2019, el año previo a la pandemia del Covid-19 que provocó cierres de esas estructuras en todo el mundo.

La razón de tantos visitantes es que en esos países sus autoridades dedican una atención especial a los museos -a los que otorgan la categoría de santuarios- y por la variedad de atractivas piezas en exhibición.

Traigo el tema a colación por el precario respaldo que reciben los museos en el país, lo que contribuye al desinterés de la población por visitarlos.

El 20 de octubre de 2020, Listín Diario publicó un reportaje donde expuso como valiosas piezas del Museo Nacional de Historia estaban sumamente deterioradas por el descuido, entre ellas el coche del presidente Ramón (Mon) Cáceres, el carro desde donde le dispararon al tirano Rafael Trujillo, la mesa donde se firmó la primera constitución dominicana y el piano donde José Reyes tocó por primera vez el Himno Nacional.

Además del poco respaldo para mantener en condiciones óptimas esas estructuras, el desinterés de la población por los museos es que siempre están en exhibición las mismas piezas durante todo el año.

La directora del Museo Memorial de la Resistencia Dominicana, Luisa de Peña Díaz, pronunció en una ocasión esta sentencia casi lapidaria en ese sentido: “cuando los museos no evolucionan y ofrecen al público nuevas alternativas caen en un coma cerebral”. Reflexionó que los museos deben renovarse con regularidad para que la gente obtenga nuevos conocimientos en cada visita.

Un planteamiento muy puntual que debería ser esencial en el manejo de los museos dominicanos, tan olvidados por nuestras autoridades encargadas de impulsar la educación y la cultura en el país.

Claro, para ser justos hay que apuntar que el manejo de los museos no se centra exclusivamente en la inversión del Estado. Los internacionales citados al principio son económicamente rentables y no dependen exclusivamente del aporte de los gobiernos.

Se requiere una acción conjunta de Estado y de quienes los dirigen que permita instaurar en el país una cultura de museos, especialmente ahora que reabrieron sus puertas al público tras el largo confinamiento por la pandemia.

El uso de las tecnologías debe ser ahora un aliado para llegar al público más joven a través de las redes sociales y otros recursos de internet, además de realizar actividades educativas y culturales al margen de las visitas regulares.

Hay que ir más allá de eventos como la llamada “Noche larga de los museos”, una forma de recordarnos una vez al año que existen esos espacios tan vitales para fomentar la cultura, la educación y el turismo.

¿Cuáles resultados aporta esa actividad de un solo día para destacar la importancia de visitar los museos? Pues lo mismo que hacerle un regalo a la mujer que te dio la vida o a la persona con quien tienes una relación, en los comerciales días de las madres y del amor.

Al igual que en otros países tan celosos con la preservación y diversificación de sus museos, debemos entender que esos espacios son parte esencial de nuestro patrimonio cultural e identidad como pueblo.

Tal y como apunta la museógrafa De Peña Díaz, el lugar que cada país da a los museos es un reflejo de sus valores, de su conciencia para construir futuro y del valor que otorga al pasado que le ha marcado como pueblo.

Me apena mucho que tengamos una vez al año una noche larga para los museos y que los restantes 364 días asumamos una actitud de acortarlos en su aporte y esencia de atesorar nuestro patrimonio como pueblo.

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