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COLABORACIÓN

¿Tovar inmersivo y la economía naranja?

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Federico A. Jovine RijoSanto Domingo

Intentar describir con palabras lo surreal, es el vano intento de encontrar una explicación, allí donde no la hay. “Tovar Inmersivo”, más que una muestra es una reivindicación; no la de un individuo, sino de una historia, la del arte dominicano, esta vez encarnado en uno de sus máximos exponentes, y que bien pudieran ser otros, muchos otros.

El elemento diferenciador de la muestra (y su trascendencia) no radica en la técnica, el tiempo, el contexto, el uso de recursos audiovisuales de vanguardia, ni mucho menos en el interés de un mecenazgo comprometido con preservar un legado nacional, no. Detrás de todo montaje hay un diseño, y detrás de este una idea, y justo entonces llegamos a lo verdaderamente valioso: la idea.

Por citar un ejemplo: ¿La museografía languidece por falta de recursos o falta de imaginación? Esa pregunta aplica para toda la gestión cultural en la República Dominicana y, desde luego, trasciende gestiones, gobiernos y partidos. Responderla implica una autocrítica colectiva, un proceso de diálogo sincero, inclusivo y abierto, en donde se puedan construir nuevas y diferentes respuestas a los viejos y mismos problemas.

Pensar fuera del bosque supone salir de la zona del confort intelectual y dejarse cuestionar por las realidades económicas y sociales, que son las que determinan las realidades culturales (¡Punto para Marx ahí!). Si el motor del capitalismo es el interés pecuniario, la cultura debe ser, más que una carga y un gasto, una ventaja y una inversión. Howkins lo tuvo claro cuando postuló que la base de la “Economía Creativa” era la cultura y a partir de ahí, eso que hoy llamamos “Economía Naranja” se ha redefinido y revalorizado, aportando a las finanzas públicas y a la generación de ingreso y empleo.

La cultura no pesa, paga; y esta pequeña media isla está llamada a aprovechar toda la diversidad y riqueza cultural que posee, vinculando sus diferentes manifestaciones al proceso de construcción de capital y riqueza, entrelazando los diferentes componentes de sus cadenas de valor con los demás sectores claves de la economía: turismo, minería, remesas, zonas francas…

“Tovar Inmersivo” no es una inversión ni una apuesta, es más que eso: es un mensaje a los gestores culturales de que otra vía es posible, aquella pueda hacer que la gente se empodere de su legado a partir de conocerlo a plenitud, convivir y apropiarse de él.

En definitiva, vistos los hechos, lo único surreal sería no aprovechar todo nuestro potencial cultural, eso que llevamos dentro, eso que somos.

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