PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA
El Superior General Aquaviva y los cristianos nuevos jesuitas
Siendo general Everardo Mercuriano (1573 – 1580), su asesor, el Padre Benedetto Palmio, S.J., afirmaba: “el origen de todos los males en la Compañía se encontraba en los jesuitas de ascendencia judía, una pestilencia y diabólica cizaña” (Jesús García de Castro Valdés, 2012, 185 – 215).
El quinto general jesuita, Claudio Aquaviva (1581 -1615), italiano de 37 años, padeció las intrigas de compañeros españoles y portugueses, ¡resueltos a cambiar las constituciones jesuitas!
Con la anuencia de Felipe II, exigían que la Orden no dependiera del General en Roma; que los provinciales y los rectores fuesen electos por capítulos provinciales, particularmente en España. Se quejaban del inmenso poder de Aquaviva. Para realizar estos cambios, pedían que el papa Sixto V (1585 – 1590) nombrase a un obispo como Visitador de la Compañía. Aquaviva protestó ante Felipe II y el papa. Si la visita del obispo era exitosa, esto minaría la obediencia jesuita al Papa. Además, el obispo designado era padre de tres hijos. Se calmaron los ánimos. Luego Sixto V sopesaba cambiar el nombre de Compañía de Jesús, pero la muerte le sorprendió.
Hubo otra fiera ofensiva española contra Aquaviva en tiempos del papa Clemente VIII (1592 – 1605). Felipe II logró que el papa nombrara cardenal al español Francisco de Toledo, S.J. Desde España llegaban a Clemente VIII memoriales de la corona y la inquisición contra la tiranía del italiano Aquaviva. Pedían que se convocara una Congregación General presidida por el cardenal Toledo para destituirlo. Hasta enviaron en misión secreta al prestigioso misionero José de Acosta, S.J., para instar la deposición de Aquaviva.
La Quinta Congregación General de 1593 investigó y le criticó al General Aquaviva algunos favoritismos, pero lo exoneró de todas las acusaciones españolas. A Toledo lo neutralizaron: si destituyen al Aquaviva y lo nombran obispo, pudiera ser tu colega cardenal.
Muchos de los memorialistas era cristianos nuevos. El decreto 25 de la quinta Congregación General exigía la limpieza de sangre para ser jesuita. Nadie, ni siquiera el General podía dispensarla. Se mitigó un poco en 1598, pero se mantuvo hasta 1946.
Los jesuitas españoles cercanos a la corte lograron que el rey Felipe III (1598 – 1621) pidiera a Clemente VIII obligar al padre Aquaviva viajar a España. El viaje estaba decidido, pero el papa falleció. Ahora, intentemos comprender el impacto de Aquaviva.