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MIRANDO POR EL RETROVISOR

Las mordidas de Rafael Nadal a las adversidades

El pasado domingo 5 de junio el español Rafael –Rafa- Nadal logró levantar por vez 14 la Copa de los Mosqueteros al adjudicarse el torneo Roland Garros, en Francia, y lograr el título Grand Slam número 22 de su carrera, el máximo ganador en la historia del tenis.

Lo logró en medio de la incertidumbre por una recrudecida lesión en el pie que padece desde sus inicios como tenista profesional, la que ha amenazado en varias ocasiones con sacarlo definitivamente de la competición.

Mal contadas, el tenista español ha tenido que lidiar con más de 20 lesiones diferentes desde su debut en 2003, a tal punto que no ha tenido un solo año libre de algún contratiempo físico y jugar con dolor ha sido una constante en su vida.

Un amigo amante del tenis como yo y con quien conversé una semana antes del inicio del torneo me apuntó que este año las oportunidades de Nadal en Roland Garros eran muy bajas por la lesión en el pie y porque había caído en un grupo muy competitivo.

Sus argumentos eran válidos. En los torneos previos de la gira sobre arcilla -Mutua de Madrid y Masters de Roma- su desempeño estuvo por debajo debido a la lesión en el escafoides del pie izquierdo. Y ciertamente cayó en un cuadro donde antes de llegar a la final debía enfrentarse a jugadores de máxima calidad, incluido el número uno del mundo Novak Djokovic en cuartos y en la semifinal al alemán Alexander Zverev, número 3 en el ranking. Sus oportunidades de triunfar eran realmente escasas en el tradicional torneo parisino.

Sin embargo, le razoné al amigo que el tenista Manacorí nunca podía ser descartado en tierra batida porque siempre ha sido dominante en esas canchas, pero también por otras tres razones: La fortaleza mental de Rafa, su capacidad de sobreponerse a las adversidades y porque nunca se rinde aunque la derrota parezca inminente.

Otra cualidad a destacar en el tenista español es que no avasalla a sus rivales cuando triunfa y tampoco se justifica ni busca excusas ante las derrotas. Por el contrario, cuando ha perdido siempre reconoce que la razón estuvo en que sus contrarios jugaron mejor que él ese día, aunque el revés haya sido por una evidente lesión. Nadal nunca ha roto una raqueta frustrado por su pobre desempeño en un partido, algo muy común en la mayoría de sus colegas.

Las reflexiones de Rafa tras esta histórica victoria en Roland Garros son también dignas de tomar en cuenta por quienes piensan que la vida debe sonreírles siempre y para los que ante cualquier adversidad física o emocional sienten que el mundo se les derrumba.

Más que la obvia felicidad por el triunfo, puntualizó que su mayor satisfacción es mantenerse competitivo a sus 36 años de edad, incluso ante jóvenes tenistas que ya exhiben un elevado potencial para sucederle, como su compatriota Carlos Alcaraz y el canadiense Félix Auger-Aliassime.

Razonó también que no le angustia su vida después del tenis, porque si llega el retiro por la grave lesión en el pie o cualquier otra adversidad física de las tantas que ha padecido, tiene muchas otras cosas que le hacen feliz fuera de la competición.

Pese a las adversidades que ha enfrentado como atleta al más alto nivel, Rafa dejó bien claro que su objetivo es seguir haciendo lo que le gusta: jugar tenis. “No sé qué pasará en el futuro, pero voy a seguir luchando”, añadió en una reciente entrevista cuando le cuestionaron sobre su porvenir en ese deporte.

Vale la pena seguir estos consejos de Rafa. Aunque la vida no nos sonría en determinados momentos, disfrutar lo que tenemos sin angustiarnos tanto por el futuro; no avasallar en la victoria ni justificarnos en la derrota; entender que la existencia no siempre será color de rosa y no desanimarnos, aunque el revés luzca inmediato.

Una costumbre de Rafael Nadal es que suele darles pequeñas mordidas a los trofeos que le entregan durante las premiaciones.

Pienso que es una manera de decirles a quienes se rinden ante cualquier mínimo percance, la necesidad de también dar a veces sus mordidas a las adversidades y estresores de la vida.

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