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Política y Cultura

“Poeta Raful, ¿qué has hecho?”

En el año 1984 yo sometí una Declaración oficial ante el Congreso Nacional declarando a Pedro Mir, “Poeta Nacional”. Para ello conté con el apoyo inmediato de los congresistas del Partido Revolucionario Dominicano, los del Partido de la Liberación Dominicana y del Partido Reformista Social Cristiano. Los del Partido Reformista consultaron al expresidente Joaquín Balaguer, quien de inmediato dio su aprobación para que apoyaran la iniciativa nuestra. El Dr. Balaguer había escrito en la “Historia de la Literatura Dominicana”, elogios a la poesía de Mir identificándola como poesía social de alto relieve. En el caso del PLD, el profesor Juan Bosch, escritor extraordinario y amigo de Mir, llamó de inmediato a sumarse a esa iniciativa. El Doctor Hugo Tolentino, quien presidía la Cámara de Diputados, y persona cercana a Mir, me había llamado previamente, antes de que yo sometiera la pieza, para que procurara el apoyo de los bloques de los partidos con representación parlamentaria. La idea era consagrar a Mir en la literatura dominicana, precisamente en el área creadora de la temática social, con ese alto reconocimiento, representado por los congresistas de los partidos políticos. Esta declaratoria oficial no desmeritaba el aporte a la poesía social de otras figuras de la literatura y la cultura dominicana, sino que plasmaba en Mir, y esencialmente en su texto “Hay un país en el Mundo” escrito en el exilio en 1949, el canto más alto del proceso social dominicano, la voz de denuncia de las desigualdades en nuestro país, así como la búsqueda de la solidaridad de los pueblos con el drama angustioso de la opresión y el latifundio. Muchos años después, cuando nuestra Patria fue intervenida por un grosero desembarco forastero en abril del 65, su voz se alzó vibrante en su texto poético: “Ni un paso atrás”. Pedro Mir era melodioso, cultamente cautivador. Recuerdo cuando daba sus cátedras en la Facultad de Humanidades de nuestra Universidad estatal, como se aglomeraban los estudiantes fuera del aula, en los pasillos, para deleitarse con sus palabras. De todos los paraninfos se emigraba en ese horario para que nadie se perdiera su voz, su tono, su encantadora forma de deletrear musicalmente sus frases. Al otro día de aquel acontecimiento singular recibí una llamada telefónica de nuestro inmenso poeta Manuel Del Cabral, cuya obra trascendente había sido difundida en los centros de la cultura universal. Y me dijo el poeta, Del Cabral, “¿qué has hecho poeta Raful, explícame esa declaratoria del Congreso, desde cuándo los diputados consagran categorías poéticas nacionales?”. Consciente de la situación delicada que se me había presentado, sobre todo por la lucha de egos que flagela las competencias humanas en todas las ramas del saber, y consciente de que el gran Manuel Del Cabral, no iba a entender que se estableciera por declaratoria oficial del Congreso, un título nobiliario a un poeta sobre otro, le dije, textualmente: “inmenso Manuel Del Cabral, se trata de una declaratoria a la poesía social dominicana en la figura de Pedro Mir y en su canto libertario, no tiene nada que ver con declarar a un poeta más grande que otro. Además, él es el poeta nacional de la Patria, pero usted es el poeta universal de la literatura”. Entonces me ripostó: “Oh, las cosas tuyas Raful, pero siempre hay que hacer la precisión”.

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