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EMPEZÓ HAINA A MOLER

Miedo a la recaída

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Aliany Concepción AbreuSanto Domingo

En una sociedad alcoholizada, que por intereses económicos superiores quieren seguir legalizando más drogas, la recaída, es decir, consumir después de largos o cortos periodos de cualquier sustancia, es más compleja.

Te invitan a comer, por lo general a la casa de la familia materna-paterna, a la vivienda de unos amigos, con tu pareja, etc., y ya de por sí está presente el alcohol por norma general.

Me imagino que también en algunos de esos escenarios podría haber otras drogas; como el tabaco, el cannabis, cocaína en algunos casos. Estos encuentros muchas veces son, sin duda, un desafío para todas las personas que quieren mantener la abstinencia, en una lucha constante con ellos mismos y, para variar, con el propio sistema.

¿Te imaginas con 50 años y con una costumbre desde los 25 años de conductas adictivas con sustancias o sin ellas? Es como lo describen los y las pacientes, es como si les falta un brazo, una parte de su ser, “su esencia”, les falta algo.

El poder romper con esa rutina es fundamental para mantener la sobriedad. La recaída no inicia cuando se toma el primer sorbo, cuando se esnifa la primera raya o cuando enciendes ese cigarro tan deseado; comienza antes, desde que lo piensas, lo niegas, pero luego elaboras el ritual y después llega el consumo de la mano de la culpabilidad.

Las recaídas son parte de todo del proceso, del tratamiento, ya que nos enseña a tener estrategias suficientes para poder, entre otras cosas, detectar a tiempo cuando podemos estar a un paso del consumo, es decir, adelantarnos, conocernos y evitar un resultado no deseado.

Si detectamos a tiempo una posible recaída y analizamos para intervenir de una manera correcta y de forma preventiva, se quedará en eso, en una posible recaída, pero no en un consumo, ya que esta puede evitarse.

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