OTEANDO
La resurrección de Manzanillo
Nací en el municipio de Loma de Cabrera y me crié en la provincia de Dajabón, la más cercana a Montecristi en la Línea Noroeste. De pequeño oía a los mayores hablar de la época de bonanza que se vivió mientras estuvo funcionando la producción y comercialización de banano, en el proyecto La Cruz de Manzanillo, por parte de la Grenada Company. Aún en mis primeros siete años -la Grenada Company operó en el país hasta 1966, cuando lo abandonó- disfrutábamos del delicioso “puré de guineo”, como le llamábamos, que era regalado a los empleados de dicha compañía, y ellos, a su vez, regalaban a sus familiares y relacionados.
La Grenada Company, como ya he indicado, decidió marcharse del país -se dice que por asedio de un sindicato- hacia el año 1966. Recuerdo con mucha tristeza los domingos que nuestro padre solía llevarnos a visitar Manzanillo, específicamente con el propósito de que disfrutáramos su playa Estero Balsa, la nostalgia con que nos mostraba la desolación macondiana de sus calles polvorientas, las instalaciones abandonadas de la famosa compañía, las casas construidas en piedras para su personal técnico en la parte baja del pueblo y las construidas en la parte alta, llamada “El cerro”, para su personal administrativo, su puerto y su campo de golf. El relato concluía siempre con la afirmación siguiente: “Manzanillo se ha convertido en un cementerio de hombres vivos”. Tardíamente conocí los versos de Benedetti: “El mundo es, en su mejor momento una nostalgia, en su peor momento un desamparo. Y siempre, siempre, un lío”.
Manzanillo continuó siendo llamado “cementerio de hombres vivos”. El proyecto “La Cruz de Manzanillo” ha sido cerrado y abierto en varias ocasiones. Actualmente está abierto, pero su sola actividad no llena las ambiciones de progreso de sus habitantes. Seguía allí, “colocado en el mismo trayecto del sol”, esperando la acción gubernamental que, ya de manera directa o a través del estímulo a la inversión privada, propiciara su despegue, y el milagro ha empezado a ocurrir. Con independencia de los aprestos para la ampliación y reacondicionamiento de su puerto -que están muy avanzados-, el gobierno acaba de hacer pública la adjudicación de sendos contratos, a inversores privados criollos, para la construcción de dos plantas de producción de energía, lo que por lo menos asegura empleos en un número superior al que, por sí solos, pueden satisfacer los habitantes de allí. ¡Enhorabuena, Manzanillo ha resucitado!