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IDEANDO

Reflexiones

Queremos que el país avan­ce, pero si tenemos que robar­nos la luz o preparar el contador para adulterar el consumo, lo hacemos sin ru­borizarnos. Queremos que el tránsito mejore y se or­ganice, pero si tenemos que “robarnos” una esquina, cruzar un semáforo en rojo o estacionarnos debajo de la señal que lo prohíbe, lo hacemos sin miramiento.

Queremos una ciudad limpia, pero nos cuesta mu­cho depositar la basura en un zafacón u organizarla en fundas para que el ca­mión la recoja.

Queremos que el agua nunca nos falte, pero nos atrasamos meses y meses en su pago y derrochamos su consumo lavando carro con una manguera abier­ta durante horas o duchán­donos y aseándonos con el grifo abierto al consumo desmedido e irresponsable.

Queremos que la socie­dad mejore y brille por su civismo, pero no somos ca­paces de predicar con bue­nos ejemplos en el hogar.

Queremos que la gente sea íntegra y honesta, pero criticamos a los que pasan por el gobierno y no son ca­paces de “resolver” su vida cogiendo el dinero que po­nen en sus manos para que lo maneje con pulcritud.

Queremos ser un país or­ganizado, pero cuando lle­gamos a la fila queremos colocarnos delante de los demás pisoteando su dere­cho y tratando de que nos privilegien en el turno.

Abogamos por el orden, por la disciplina ciudadana, por la honradez de las auto­ridades, por la mejoría de los hospitales, por la organiza­ción del tránsito, por la cali­dad de la educación pública, pero somos incapaces de sa­crificarnos para que la me­joría empiece por nosotros mismos.

Así nos va a resultar muy difícil superar nuestras debi­lidades sociales y avanzar.

La responsabilidad es colectiva. La obediencia, la disciplina, el respeto, la conducta de cada domini­cano es vital para que po­damos superar todas nues­tras deficiencias como país.

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