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CONTANDO LOS HECHOS

Todos somos responsables

Recientemente, hemos tenido varios casos de jóvenes adultos que han per­dido la vida después de ha­ber estado bajo el control de miembros de la Policía Nacio­nal. Ese tipo de accionar está en contra de las leyes vigen­tes y toda norma de respe­to a los derechos humanos. Hay quienes señalan que una buena cantidad de los “inter­cambios de disparos” no son legítimos y que su referencia solo se usa para tratar de le­gitimar simples asesinatos. Esos casos, obviamente, tam­bién son rechazados.

Hace poco escuché a una persona entendida de­cir que el 72% de los casos de criminalidad suceden en ambientes no públicos, es decir, en la intimidad de los hogares y en otros sitios ce­rrados donde el gran públi­co ni las autoridades tienen acceso, por lo que el com­portamiento policial no re­sulta ser un factor decisivo.

Se habla mucho de la gran necesidad de que los miem­bros de la policía nacional reciban un entrenamiento largo y minucioso que propi­cie un comportamiento más controlado y respetuoso de los derechos humanos: sin embargo, vemos sociedades ricas y avanzadas como la de USA, por ejemplo, donde los desmanes y abusos poli­ciales, que terminan costan­do las preciosas vidas de mu­chos ciudadanos, no son ni más respetuosos ni más efec­tivos que los de aquí.

Creo que los padres y adul­tos mayores, parientes de jó­venes adultos que actúan con poco control de sus acciones y en algunos casos sin nin­gún control deben ocupar­se de proveer una más efec­tiva orientación a sus hijos y parientes que pueda devenir en una mayor supervisión de sus actos previniendo así el auto descontrol por efectos de alcohol, drogas y esquizo­frenia que tantas veces pro­duce agresión ante el gran público y algunos veces ante las mismas autoridades.

Una autoridad uniforma­da y con un arma en el cinto debe ser objeto de respeto y no agresión, so pena de reci­bir una reacción de autode­fensa que muy bien podría estar justificada.

Dicho todo esto, es nece­sario que los jefes policiales emplacen a sus subalternos a respetar la vida de todo aquel que ya está bajo su control, so pena de ser enjuiciados drás­ticamente como cualquier otro criminal. Con aplicar és­ta simple fórmula es mucho lo que se puede lograr. Insto a las autoridades, a todos los niveles, así como a la ciuda­danía, a poner atención a es­tos señalamientos, porque, al fin y al cabo, todos somos res­ponsables.

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