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DAR EL EJEMPLO

Reforma constitucional versus realidad nacional

Como en cada apresto para reformar la Constitución, de nuevo somos testigos de un debate que comienza a ganar terreno en los medios de comunicación social, a propósito de las discusiones que se generan en este sentido en el marco del Consejo Económico y Social.

En resumidas cuentas, las posturas se dividen en dos: los que promueven la reforma y los que se oponen.

En el primer grupo está el oficialismo con el presidente Luis Abinader a la cabeza, quien afirma a “jacha y machete” que su única intención es institucionalizar este país a través de un Ministerio Público, una Junta Central Electoral, un Tribunal Superior Electoral, una Cámara de Cuentas y jueces independientes”.

Ese es el legado que de acuerdo al jefe de Estado quiere dejarle al país.

Pero este argumento no se lo creen los partidos Revolucionario Dominicano, de la Liberación Dominicana ni la Fuerza del Pueblo, por entender que las intenciones reales del presidente es modificar la Constitución para cambiar la parte que tiene que ver con el 50 más 1 necesario para ganar las elecciones en una primera vuelta.

Si Luis Abinader decide buscar una nueva candidatura presidencial, nada se lo impide, porque estaría amparado en el artículo 124 de la Carta Magna y en los acuerdos derivados de la Convención Extraordinaria Tirso Mejía Ricart, realizada el 29 de enero de este año, donde en su reforma estatutaria se aprobó permitir la reelección presidencial de sus dirigentes.

Como hemos dicho anteriormente, el tema de la reelección presidencial es y será siempre muy espinoso en nuestro país, por las coyunturas político-electorales que han ensombrecido esos procesos.

Ninguno de los opositores que hoy objetan la reforma puede tirar la primera piedra para radicalizar esta lucha.

Todos, en escenarios y momentos diferentes del ejercicio de la política criolla, de alguna manera han favorecido que se modifique el texto constitucional, o para perpetuarse en el poder o para tener cancha abierta con miras a aspiraciones futuras.

Esta es la cuestión: para la clase política, modificar la Constitución no es bueno ni es malo, sino que, como escribió el poeta español Ramón de Campoamor, “todo es según el color del cristal con que se mira”.

Y yo, ¿qué pienso? Pues, me sumo a los que entienden que hay situaciones mucho más urgentes que debemos atender, sin distraernos en una disputa que no hace más que agudizar la incertidumbre y preocupación de la población frente a los numerosos retos que tenemos por delante.

Lo prudente y aconsejable es que el presidente Luis Abinader concentre sus esfuerzos a unificar criterios en torno a los temas que sí preocupan a la sociedad dominicana, como seguridad ciudadana, desempleo, migración, seguridad social y los problemas recurrentes en salud y educación.

La modificación constitucional no parece estar en la agenda de los principales partidos de oposición, aunque partiendo de experiencias pasadas nada se descarta. Para algo existen los acuerdos de aposento.

Y tampoco figura como asunto prioritario de los dominicanos, quienes cargan una pesada cruz lidiando con una cotidianidad agobiante y desesperante.

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