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FIGURAS DE ESTE MUNDO

Sed de justicia

En el mensaje de Cristo hay algo que desde entonces ha iluminado el verdadero sendero de la vida espiritual. Él dijo: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mateo 5:6). El sentido del término ‘justicia’ equivale aquí al acto de obedecer la ley de Dios, a la disposición del creyente para confiar en su Padre celestial y hacer Su voluntad. En otras palabras, es estar en relación correcta con el Señor. Por tanto, la frase “hambre y sed de justicia” no significa anhelar la justicia de los hombres, cumplir meramente las leyes humanas, andar conforme a los reglamentos, respetar las prácticas y estipulaciones convenidas por los que hacen leyes. “El justo’, en el idioma de los salmistas y de los profetas -dice Papini-, es el hombre que vive conforme a la voluntad de Dios, es decir, del supremo arquetipo de toda perfección”. Por otro lado, no se trata de los que se consideran buenos según sus propios criterios, sino de todos aquellos que buscan la justicia divina por encima de una justicia propia. A estos, su hambre y sed de una relación correcta con Dios les será saciada. Seguramente tales buscadores no llegarán a la perfección en el transcurso de su peregrinación. Pero la promesa permanece igual: “Dichosos los que tienen hambre y sed de hacer lo que Dios exige, pues él hará que se cumplan sus deseos” (Versión “Dios habla hoy”).

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