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EN SALUD, ARTE Y SOCIEDAD

Hacia un SDSS humano y eficiente

Llegué temprano a la reunión y esperaba en recepción. Esa persona entró, ocupó un asiento, protestando por los altos gastos en que incurría para curar a su esposa accidentada en el tránsito. Su voz estaba a punto de quebrarse. “Ya no encuentro a qué echar mano para pagar”, exclamó. “¡Y no me reembolsan!”, agregó.

Era un hombre mayor, algo obeso que, a juzgar por su poca energía, quizás estuviese enfermo. O vino apresurado, pensé por su jadeante respiración. Como persistió después de sentarse, modifiqué mi apreciación: puede ser emotivo o —probablemente— padece afecciones cardiovasculares o pulmonares. Al no ser médico, desistí de ese esfuerzo “diagnóstico”, pero aquél hombre movió mi compasión.

Superada la instalación de nuevas autoridades —como hemos sostenido previamente— en el Sistema Dominicano de la Seguridad Social (SDSS) y agotado el período de dominio de sus esquemas, un aire esperanzado se respira en el sector. Lograr la cobertura universal, gracias al patrocinio al SeNaSa por el gobierno, garantiza el derecho a la salud de nuestros nacionales. La inclusión de grupos sociales anteriormente excluidos de cobertura es otro factor que suma tranquilidad a policías, militares, pensionados, maestros, médicos, etc. El reciente incremento de la cápita trajo coberturas mejoradas... Sin embargo, el derecho a la salud y a la seguridad social puede estar siendo interferido por intereses plutocráticos.

Todas las mejoras cuestan y, en consecuencia, estas incrementan la cuenta de la aseguradora de riesgos en salud estatal: el Seguro Nacional de Salud (SeNaSa).

Sobre sus fondos gravitaron —en el pasado— faltas de compromiso presidencial que momentáneamente afectaron su equilibrio financiero, recordarán. Situaciones que se desean irrepetibles por cómo reducen los derechos y bolsillos ciudadanos.

Ver una persona adulta mayor desestructurada por la tragedia financiera en la cual la colocó una desgracia personal motiva estas líneas, en la seguridad de que la mayoría de nuestros ciudadanos desea un SDSS que sea entorno político-jurídico y funcional más simple, menos burocrático, donde la ética del buen burgués caracterice el desempeño de Prestadores de Servicios de Salud (PDSS) participantes en esta industria convencidos de que su deber es acatar las leyes, normas y resoluciones que rigen el entorno.

Si el SDSS ha enriquecido y enriquece a tantos —tan fabulosamente— ¿por qué sus servicios no son asumidos —también— como oportunidad de salvar vidas, de evitar muertes y ganar honorabilidad en su ejercicio? El SDSS debe anclarse a valores de honradez e integridad: ser acompañamiento a los necesitados y sufridos en esas horas de desaliento causadas por enfermedades y accidentes.

Alguien dirá que es una aspiración idealista y —confieso— lo soy, a mucha honra.

Consecuentemente, para aquellos casos en que algunos PDSS recurran a malas prácticas y nieguen derechos a los afiliados del SDSS, invito a las instituciones de control sectorial a hacerlos entrar en cintura y orden, judicializándolos e, incluso, a sangre y fuego financieros, de ser necesario.

La República Dominicana ni su buena gente (tainos) merecen un SDSS carente de solidaridad; operado desde la insensibilidad técnica, médica, económica u operativa; ejercido desde la angurria de enriquecimiento, del medrar y estafar indolentemente.

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