Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

En Salud, Arte y Sociedad

Un joven pensador ingresando a la escena

En abril del 2021, recibí dos volúmenes escritos por José Mármol: uno de poesía y otro —qué sorpresa— sobre filosofía.

A la madrugada siguiente inicié la lectura, ponderando aquella rotunda afirmación: “el hombre (individuo o masa) parece haber perdido todo horizonte de alternativa viable hacia la superación”. Un joven, demasiado joven, José Mármol, evocaba la idea de decadencia de Occidente, lamentando las bajas probabilidades de lograr la utopía “del devenir como redención y como gratificación”. Temprano reveló su hambre de ideas, pensé. Quizás por eso sea algo triste, razoné para equivocarme.

José Mármol (Santo Domingo, 1960) publicó su tesis de grado para obtener la licenciatura en Filosofía en la UASD, en 1984: “El concepto de poder en Nietzsche” (Editora Búho, enero, 2021). Vertiente filosófica censurada en aquella academia por su imputada incidencia en la conformación del Súper Yo sobre el cual los nazis definieron su nacionalismo y doctrina de dominio y vasallaje. Es la mayor acusación que Georg Lukács hace a ese autor.

Nosotros, en cambio, en Nietzsche vemos un poeta maldito y en prosa. Sabemos que era un hombre enfermo a quien la locura mató. En el capítulo tercero, “Sociedad, política y religión”, Mármol solicita disculpas a su favor, eximiéndolo, desde Carlos Marx, de responsabilidad ante “la existencia de relaciones de que él es socialmente criatura”.

Sobre Nietzsche y su generación, desde 1848 (incluyendo al anarquista Proudhon), gravitó una obsesiva necesidad: la de individuos y civilización superiores, liberados de la enajenación denunciada desde la filosofía hegeliana, cuya causa Marx estableció en la formación económico-social capitalista. En ese entorno, Nietzsche proponía su estructura social expresando, según extrae Mármol de “Humano, demasiado humano. Un libro para pensadores libres”, las dos clases sociales posibles: “la de los trabajadores y los ociosos”; “la clase del trabajo forzado y la clase del trabajo libre”, carente de novedad. Nuevo y provocador era que los ociosos y libres fueran “capaces del odio verdadero”, catalítico del nihilismo activo, violencia y “voluntad”. Un paradigmoide nietzscheano no sistematizado y, consecuentemente, carente de validez filosófica. Lo in-aprehensivo y a-sistémico del “sistema filosófico” nietzscheano que Mármol consigna, patentiza los vínculos anárquicos de Nietzsche: un Proudhon hiperbólico y delirante dotado de fines.

Un segmento importante y radicalizado de los intelectuales y artistas europeos de 1800 a 1860 habían perdido su calidad cortesana, sido expulsados de los beneficios aristocráticos. Su reacción fue contraatacar el esquema burgués y la falsa nueva libertad cifrada en la enajenación ante los medios de producción y el poder.

Pese al rechazo que provoca la tesis nietzscheana del odio, ¿odiaba él menos o más que Baudelaire? ¿Cuál era el “objeto del odio” incluso como risa, de estos autores? El status quo.

Mármol establece las preocupaciones político-jurídicas de Nietzsche entre 1878-1886, cuando desarrolla y radicaliza la cultura de rechazo al sistema dominante en Europa, incrementando la idea de decadencia de Occidente, según Arthur Herman, sentimiento presente en aquel joven Mármol.

Nietzsche explotó los componentes irracionales de esa necesidad de negación/afirmación, del sueño de destrucción/construcción desde un neo ideal de virtud (areté/voluntad) del individuo y el Estado.

Texto edificador y polémico este: objetivo, analítico, parcial y crítico a la vez.

Tags relacionados