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En la Ruta

Cero aranceles

La intención del gobierno de eliminar durante seis meses las tasas arancelarias a sesenta y siete productos de la canasta básica ha generado una serie de reacciones donde resultan evidentes los intereses (políticos y económicos) de algunos sectores envueltos.

Y es que los argumentos esgrimidos en torno a esta medida, de carácter eminentemente coyuntural, sepultaría a los productores nacionales, no se corresponde con la verdad ya que la mayoría de estos rubros provenientes de Estados Unidos, como las harinas, el pan, las pastas alimenticias, los aceites comestibles y la leche en polvo, actualmente no pagan impuestos.

Así las cosas, lo que pretenden las autoridades no es más que ampliar las posibilidades de mejores precios en los mercados internacionales para estos productos dentro de los cuales se incluyen también, el ajo, las habichuelas, los guandules, el maíz, las arvejas, las habas, las carnes, tanto la de res, como la de cerdo y pollo, así como la mantequilla y la margarina. En estos tiempos de inflación mundial, y con obvias e ineludibles repercusiones en la realidad vernácula, la población, específicamente la clase menos favorecida económicamente, necesita de una mano amiga que le aliviane la carga y eso es precisamente lo que está haciendo la actual administración. Sobretodo porque la medida no se hace a la ciega y los técnicos del gobierno ya han hecho los levantamientos correspondientes para garantizar el balance entre los productores y los consumidores. Da pena que la arenga tremendista y oportunista se levante por encima del interés colectivo y que haya quienes olviden que cuando le suben los precios, el pobre come menos, o simplemente no come.

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