Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

MIRANDO POR EL RETROVISOR

El derecho a perder o caer

El australiano Nick Kyrgios abandonó el pasado 17 de marzo la cancha del torneo de tenis Indian Wells, en California, Estados Unidos, estrellando una raqueta por su derrota en un partido frente al español Rafael –Rafa- Nadal. La raqueta estuvo a punto de golpear a un chico recogebolas que estaba en el fondo de la cancha.

El estadounidense Jenson Brooksby tuvo un comportamiento similar en un desafío contra el argentino Federico Coria en el recién iniciado Máster 1000 de Miami.

También el 23 de febrero pasado, durante un torneo en Acapulco, México, el tenista alemán Alexander Zverev golpeó con su raqueta -inconforme por sus decisiones- la silla donde estaba el juez principal del juego, quien tuvo que mover un pie para evitar ser golpeado.

Otros tenistas de renombre y fama, como el número uno del mundo, el serbio Novak Djokovic, también han exhibido incontrolables muestras de ira por su desempeño en las canchas o disgustados por decisiones arbitrales.

Pero los problemas emocionales en ese deporte van más allá de un raquetazo. La japonesa Naomi Osaka se vio severamente afectada por insultos expresados desde las gradas por una fanática durante su participación en Indian Wells. Su actitud fue rajarse a llorar en la cancha ante miles de expectadores. Y se trata de una atleta que el año pasado se retiró del Abierto de Roland Garros, en Francia, por un problema de salud mental.

En el mismo torneo Indian Wells –cuantos episodios similares en una sola competencia- la tenista bielorrusa Victoria Azarenka no pudo contener las lágrimas durante el duelo contra la kazaja Elena Rybakina, quien finalmente se llevó la victoria. Días antes se había declarado en contra de la guerra en Ucrania y definió como desgarradoras las muertes de tantos inocentes por el conflicto bélico.

Lo más reciente en el mundo del tenis fue la conmoción que causó el retiro inesperado de la competición de la australiana Ashleigh Barty, con apenas 25 años de edad y en la cúspide de ese deporte.

La número uno del mundo dijo en un vídeo colgado en sus redes sociales que ya no tiene el impulso físico, las ganas emocionales ni todo lo que se necesita para seguir desafiándose a sí misma en lo más alto del nivel.

Consultada por la agencia de noticias AFP, a propósito del retiro imprevisto de Barty, la psicóloga del centro de alto rendimiento del deporte francés (INSET), Anaelle Malherbe, explica que en ese deporte se comienza muy joven y en un entorno que exige madurez precoz, muchos abandonan la escuela y luego se someten a competencias con escaso tiempo libre para compartir con la familia.

Compiten a tan alto nivel y en un entorno tan particularmente difícil, siendo en muchos casos referentes, que a veces olvidan que también tienen el derecho a perder o caer.

Rafa Nadal, considerado uno de los atletas con mayor fortaleza mental, perdió la final masculina de Indian Wells. No tuvo su mejor desempeño e incluso durante el partido final se quejó de un fuerte dolor en el pecho, porque jugó sin darse cuenta que tenía una fisura en el tercer arco costal izquierdo.

El tenista español, quien nunca ha roto una raqueta en su carrera profesional, no hizo ninguna rabieta durante el partido y felicitó luego a su adversario por el triunfo.

Y, consultado sobre el manejo de las emociones en el tenis, dejó unas reflexiones a tomar en cuenta, incluso en otras profesiones u oficios donde desempeñamos roles con un elevado nivel de estrés.

“Nada es perfecto en la vida. Los tenistas deben estar preparados para las adversidades”, razona Nadal, quien destaca también la importancia de mostrar un mínimo de respeto, especialmente porque millones de niños les siguen en el mundo e imitan sus comportamientos.

Rafa recordó, además, que sus colegas tienen muchas razones para estar agradecidos porque ganan mucho dinero, tienen una gran vida, pueden disfrutar de experiencias increíbles y son personas muy afortunadas por el simple hecho de ser tenistas.

Si hacemos un repaso en nuestras vidas quizás también encontremos muchas razones para sentirnos afortunados en lugar de reaccionar desalentados o airados ante las adversidades.

No todo en la vida es color de rosa y, en consecuencia, hay que aceptar también el derecho a perder o caer.

Tags relacionados