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PLANIFICACIÓN Y DESARROLLO

La democracia y sus formas

La palabra “democracia” es de origen griego y se compone de dos partes: demo, que quiere decir pueblo; y kratos, que significa poder, en ese sentido se ha definido como “gobierno del pueblo”. En Atenas este poder emanaba directamente de las Polis, que aparecieron alrededor del Siglo VIII antes de Cristo y representaban el Centro Político, cultural y ciudadano de la Sociedad Griega. Las Polis eran ciudades-estado que se caracterizaron por vincular el entorno rural con las urbanizaciones, una situación que se afianzó a mediados del siglo VII antes de Cristo.

La sociedad de las polis solían dividirse en tres estamentos. Por un lado, existían ciudadanos libres que gozaban de la plenitud de los derechos civiles; los extranjeros, que vivían en libertad, pero no contaban con ciertos derechos; y por último, los esclavos que no gozaban de derechos ni podían vivir en libertad.

Luego de este principio de la democracia, llega la influencia de Roma, la cual es parte fundamental de las democracias contemporáneas. Atenas representó la concepción de la democracia pura y Roma la concepción de la democracia posible. El escritor abogado, político argentino Mariano Grondona lo expreso diciendo: “Atenas es el principio y el fin. Roma, el camino”.

Bajo estas dos concepciones -democracia pura y democracia posible-, se originaron cambios importantes en la forma de gobierno de los Estados modernos.

Varios acontecimientos marcaron el inicio y la evolución de la democracia. A saber: La Carta Magna de 1215 en Inglaterra, que estableció un contrapeso de los poderes del rey por parte de la aristocracia; la “gloriosa revolución” que tuvo lugar en Gran Bretaña en 1688, que permitió el paso de la monarquía absoluta a la monarquía parlamentaria; la Declaración de Derechos del Buen Pueblo de Virginia del año 1776, considerada por el abogado y profesor mexicano de derechos humanos, Rodolfo Héctor Lara Ponte “como una de las primeras declaraciones de derechos en sentido moderno”; la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América; la Carta de Derechos de Estados Unidos de América que comprende las primeras diez enmiendas de Constitución de los Estados Unidos, ratificada en el año 1791; y, finalmente, la Revolución Francesa que bajo el lema de “libertad, fraternidad e igualdad”, significó el punto de inflexión definitivo para el cambio de paradigma que llevó de las monarquías a los Estados modernos basados en los ideales democráticos.

El concepto de democracia fue objeto de estudio y críticas. Platón, en El Diálogo “El Político”, establece que pueden existir tres formas de gobierno que responden a las características de la sociedad y que tienen una contrapartida significativa de su degeneración, dependiendo de quién ejerza el poder y cómo lo haga. Así tenemos la monarquía, que es el gobierno de un solo hombre; la aristocracia, que es el gobierno de los menos y la democracia que es el gobierno de todos. Su degeneración daría lugar, respectivamente a la tiranía, a la oligarquía y a la anarquía.

Hay toda una conceptualización teórica entorno a la evolución de la democracia, analizadas por pensadores del movimiento intelectual, político y cultural europeo conocido como “La Ilustración”, en relación a la separación de los poderes, la soberanía popular, el contrato social, la idea de justicia. Entre estos pensadores se encuentran: John Locke, considerado el padre del liberalismo y propulsor de los ideales de la soberanía popular, la legalidad y la división de poderes; Jean-Jacques Rousseau, idealista republicano y nacionalista quien formulara las premisas del contrato social y la voluntad general; Charles Louis de Secondat, Barón de Montesquieu, quien perfeccionó la teoría de la separación de poderes; y François Marie Arouet (Voltaire), defensor del ideal de justicia y de su reflejo en las leyes de las naciones. Todas sus ideas sirvieron como fundamento teórico para el surgimiento de procesos revolucionarios que dieron como resultado el nacimiento del Estado como hoy lo conocemos.

Otras figuras destacadas de las Ciencias Políticas como el italiano Giovanni Sartori; las españolas Catalina Albacete, Isabel Cárdenas y Consuelo Delgado; establecieron que “la democracia es un proceso en constante construcción.”

El camino hacia la democracia no ha sido pacífico ni corto. Su gestación en las mentes de hombres visionarios, como los mencionados precedentemente, y más tarde su puesta en práctica por hombres de acción, ha sido un proceso tortuoso y de construcción lenta, asumido de manera distinta de acuerdo al momento histórico y las características de las sociedades en las que se manifiesta.

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