Santo Domingo 23°C/24°C scattered clouds

Suscribete

En Salud, Arte y Sociedad

Ética, un paradigma se establece en gestión pública

La más reciente línea “bajada” por el Presidente de la República, advirtiendo que quien robe un centavo durante su gestión irá preso, más clara no pudo ser.

Aún así, ha servido para que cada receptor-emisor de socionarrativas políticas varado en las gradas de este escenario, interpretara lo que quiso, lo que quiere querer.

Propio del debate democrático. Como papeles, aguantan todo a condición de que se escriba sólo lo deseado, ni menos ni más.

Así son los oídos ciudadanos: escuchan y escucharán lo que prefieren y, naturalmente, no todos comparten las preferencias auditivas. Las apetencias de sonidos y mensajes predilectos diferencian las audiencias.

Incluso cuando el mensaje del Presidente más claro no pudo ser.

Educamos los hijos advirtiéndoles: ¡Si sales un minuto, estarás castigado durante un mes! En las culturas políticas responsables, no significa Si sales dos, tres o millones de minutos obviarás la penalidad.

Erraron el tiro la oposición y los “independientes” adosados tras titulares y caricaturas de algunos diarios nacionales.

El mensaje de Abinader fue clara advertencia: Quien robe en este gobierno sufrirá las consecuencias.

Dejarlo bien comunicado evita que haya gente deseando pasarse de lista. La ética es objetivo primordial para un gobierno que promueve una Justicia independiente. No desea el Ejecutivo subalternos creyéndose exentos de esa obligación, por demás constitucional. Permitirlo, restaría credibilidad al pilar prístino de su gestión, regresando la justicia a su estado anterior de absoluta ingobernabilidad.

Si la Justicia nacional retuvo la gobernanza sectorial fue por el ejercicio exclusivo de la coerción que la Constitución confiere al gobierno.

Ha estado refrendada desde el Poder.

Aún siendo una justicia trunca y desvencijada; con ceguera autoinmune; parcializada a todo dar. Memorícese la embestida contra Miriam Brito. Recordad el show tribunalesco para sacar impunes altos dirigentes políticos propios.

El nombre de esa Justicia era Justicia Vergüenza, sí señor.

Hay quienes desean vivir en el pasado, aunque sobre el último modelo de Ferrari o cualquier auto de Elon Musk.

El tiempo no se retrotrae, sin embargo. Y la era de los desmanes de corrupción apañados desde la poltrona palaciega debe terminar. Así lo está impulsando el Presidente Abinader. Para lograrlo, necesita que la sociedad y el gobierno avancen hacia igual fin, alineados. Porque lucha de un hombre no es. En el ardor de sus indignaciones la reclama esa ciudadanía mayoritaria. Incluso al hacer el amor: ¡Ahora, yo arriba! ¡Bésame así! ¡Justicia! ¡Transparencia! ¡Fidelidad!

Tales paradigmas recorren el mundo como fantasmas urgidos de encarnar. Ya corporizaron en las sociedades que en términos históricos, de civilidad y desarrollo nos preceden y superan.

Aquí son reclamo anhelante, suspiro: ¡Exigimos una nueva forma de gobernar!, podemos escuchar.

Atendiendo tales reclamos-paradigmas, las gestiones públicas erigen cimientos fortificados, vínculos eficientes y perdurables con sus gobernados, para prosperar.

Los responsables de gestionar recursos públicos no pueden cegarse, enmudecer o ensordecer ante ellos. Por doquier se alerta: Obstruyen el desarrollo socioeconómico del Estado, ámbito de felicidades colectivas.

Gestionar es respetar lo público, del pueblo.

Notad: al pueblo pertenecen Soberanía, República y nación.

Jamás a funcionarios de turno.

No es lícito pretenderlo ¡No, Señor!.

Tags relacionados