“La Mujer Joven y su participación política”
Desde hace más de 100 años las mujeres del mundo han luchado por alcanzar derechos políticos, civiles y económicos. Se recuerda que desde el 1917, las mujeres rusas salieron a las calles a reclamar pan y paz; desde entonces las mujeres del mundo a lo largo y ancho de la historia hemos ido conquistando el derecho a la participación política reflejado en el derecho al voto, los derechos civiles, derecho al trabajo y un conjunto de conquistas que nos acercan a la equidad mientras continuamos la lucha por la igualdad de derechos.
La Constitución de la República Dominicana consagra y garantiza los derechos de la mujer, sin embargo, estamos lejos de ejercitarlo adecuadamente. A diario las mujeres dominicanas somos víctimas de la negación de derechos, de la violencia de género, que crece con el pasar de los años, y la violencia intrafamiliar.
Una simple observación a los espacios de la participación política de la mujer en nuestro país, nos transporta a la enorme desigualdad existente poniendo de ejemplo que de 32 Senadores apenas 4 son mujeres, en la Cámara de Diputados el porcentaje femenino sólo alcanza el 25% y para el municipal la cuota de la mujer tiene por igual un porcentaje mínimo.
Pero aún a pesar de esta desigualdad la mujer, principalmente la mujer joven, está tomando conciencia de sus derechos trabajando, defendiendo su pensamiento crítico lógico, sus capacidades y reclamando una participación más justa dentro de sus distintos escenarios. Y no solo en posiciones políticas sino también en las empresas y organizaciones sociales que generalmente el género es “desplazado” y no tomado en cuenta aún tengamos la preparación y las capacidades para ejercer cualquier función.
La mujer joven se está abriendo camino trabajando y luchando para abrir caminos de esperanza y participación; generando una atmósfera diferente que permita crear nuevos y mejores escenarios para la mujer de hoy donde prime la igualdad de derecho y oportunidades.
Vivimos en un país democrático donde la voz de la mujer debe y puede ser más escuchada ya que nuestras prioridades de política son distintas a las de los hombres ya que nuestra presencia en posiciones de poder, la política se vuelve más sensible a las necesidades de la población; los partidos dialogan y cooperan más; las divisiones étnicas, religiosas y lingüísticas se atenúan y la paz se vuelve más duradera.