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PLANIFICACIÓN Y DESARROLLO

Competitividad y diversificación

La capacidad de adaptación es una de las carac­terísticas que ha permitido al ser humano interactuar con los diferentes entornos que exis­ten en el planeta. Desde las zo­nas desérticas hasta las zonas polares, el ser humano ha sa­bido adaptarse a su entorno y aprovecharlo para su benefi­cio.

Hoy día, la dinámica de movilización de los mercados, definida por la interacción de la oferta y la demanda, es un fenómeno que todo gobierno debe conocer a profundidad, si quiere que su población dis­frute de mayores oportunida­des de desarrollo.

La competitividad es un as­pecto que ha sido tomado en consideración por la Constitu­ción dominicana, que lo abor­da desde dos vertientes distin­tas: la iniciativa empresarial y la educación.

La Constitución dominica­na en el numeral 2 del artícu­lo 50, referente a la libertad de empresa, expresa que “El Es­tado podrá dictar medidas pa­ra regular la economía y pro­mover planes nacionales de competitividad e impulsar el desarrollo integral del país”. De esta manera, se hace una referencia social del derecho a la libertad de empresa, per­mitiendo la intervención del Estado para garantizar que el desarrollo sea integral para to­do el país y no existan zonas deprimidas por la falta de un plan nacional de competitivi­dad que explote las capacida­des de las distintas regiones del país, en función de la dis­ponibilidad de recursos.

Desde la perspectiva de la educación, la Constitución dominicana postula en el nu­meral 9 del artículo 63, que deben definirse políticas que favorezcan la promoción de la competitividad junto al bien­estar humano, el desarrollo sostenible, la preservación del medio ambiente y el fortaleci­miento institucional. El desa­rrollo de programas educati­vos que tomen en cuenta las necesidades de la nación, pa­ra insertarse de manera exito­sa en los mercados globales es uno de los primeros pasos en el camino hacia el desarrollo y la competitividad.

En la relación competiti­vidad/diversificación, es ne­cesario que a la par de que se invierta en innovación y tec­nología, se estudien las nece­sidades del mercado, con la fi­nalidad de hacer una oferta de formación que permita a los jóvenes colocarse en el merca­do laboral con otras habilida­des distintas a las convencio­nales.

Haciendo frente a este reto para el desarrollo de la Repú­blica Dominicana, la Ley 1-12 de Estrategia Nacional de De­sarrollo 2030 (END), plantea como uno de sus objetivos ge­nerales (3.3) que deben pro­moverse actividades que in­volucren la competitividad e innovación en un ambiente favorable a la cooperación y con sentido de responsabili­dad social.

Para lograr este objetivo es­pecífico, la END define siete aspectos que deben ser con­siderados: contar con la regu­lación necesaria que permita el funcionamiento ordenado del mercado interno y que fa­vorezca la competitividad y la inversión (nacional y extran­jera); consolidar un clima la­boral productivo que gene­re mayores oportunidades de empleo; desarrollar un siste­ma de educación que respon­da a las necesidades de desa­rrollo del país; fortalecer el sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación pa­ra insertarnos en la economía del conocimiento; lograr acce­so universal a las tecnologías de la información y la comuni­cación (TIC); garantizar la in­tegración territorial por medio de los servicios de transporte; y explotar las ventajas de lo­calización geográfica de la Re­pública Dominicana para con­vertirlo en un centro logístico regional.

Por su parte, las organi­zaciones internacionales, la Organización para la Co­operación y el Desarrollo Eco­nómico (OCDE), la Comisión Económica para América La­tina y el Caribe de la ONU (CEPAL) y el Banco de Desa­rrollo de América Latina en­tienden que la diversificación productiva tiene una estrecha vinculación con el crecimiento de los países y que, en el caso particular de América Latina, establecen que “la debilidad (de la diversificación producti­va) en la región ayuda a expli­car por qué los países de Amé­rica Latina no han logrado mantener ciclos sostenidos de aumentos de productividad en las últimas décadas”.

La diversificación como ele­mento clave para la competi­tividad y el desarrollo, permi­te la generación y surgimiento de nuevas industrias, cadenas productivas y generación de empleos en áreas no tradicio­nales, que aportan mayores oportunidades de crecimien­to, bienestar e inclusión social y mayores oportunidades de los países en los sistemas internacionales de merca­do. Además, la diversifi­cación puede aportar una perspectiva distinta a los sectores tradicionales, co­mo por ejemplo el desarro­llo del turismo ecológico o la explotación y fortaleci­miento de nuevas oportu­nidades agroindustriales.

La República Dominicana necesita captar nuevos mer­cados, que generen a su vez mayores oportunidades de in­versión. La educación técnica y profesional en áreas relacio­nadas con las TIC y la garantía de calidad de los productos y servicios, son parte importan­te en la reformulación de una economía nacional que sea competitiva y diversificada, de acuerdo a nuestras potenciali­dades y a la visión de desarro­llo planteada por la END.

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