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EXPRESIONES

¿Clamando en el desierto?

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Tomás Aquino MéndezSanto Domingo

Tal parece que soy de los pocos dominicanos, que nota que hay un SERRUCHO montado por algunos sectores “dizques independientes” en contra de la dirigencia política. Sigue creciendo un movimiento que se enquista en los partidos para ascender al poder. Son los mismos que luego arropados en su “independencia” no quieren a los políticos ocupando posiciones importantes en el gobierno. Los rechazan para ministerios o direcciones con presupuestos importantes. Quieren echar al zafacón a quienes luchan en las calles, que se tragan el polvo de los caminos, que se mezclan con el grajo de los humildes. Por eso no entiendo a los “lideres” de los partidos que se dejan envolver de dicho discurso.

En otras Expresiones he dicho que políticos como Enmanuel Esquea, Ramón Alburquerque, Bautista Rojas Gómez, Eduardo Estrella, Alejandrina German, Ligia Amada Melo, para solo citar algunos, han demostrado honestidad, capacidad y entrega en ese mundo partidario. Vuelvo hoy sobre el tema porque en un reciente encuentro de “líderes” de opinión, se trajo al debate otra vez la supuesta “ventaja” de sacar a los políticos de la justicia, de la junta central, de punta catalina, de todo el sector eléctrico y de otras instituciones. Todo esto evidencia una falta de confianza en los políticos que sustentan a los partidos y luchan por llevarlos al poder. El discurso anti político de los s “independientes” lo entiendo, no así de la dirigencia de los partidos.

No dudo que Enmanuel Esquea sería un extraordinario Procurador y Ramón Alburquerque un excelente ministro de energía, como Milton Ray ha sido un excelente presidente del Tribunal Constitucional y me excuso con ellos por ponerlo de ejemplo sin su consentimiento.

Defiendo que los políticos vayan a la administración pública, si fallan que se sancionen, pero tratar de enlodar a todos los que incursionan en esta actividad y tratar de sacarlo de juego, después de luchar por la victoria de su partido, es una mala jugada y un atentado al partidarismo político. Nuestra democracia imperfecta tiene su base en los políticos y sus partidos, yo sin serlo, sigo defendiéndolos.

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