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EL BULEVAR DE LA VIDA

Una bomba política

Aplicando una correcta y há­bil estrategia, el gobierno lo­gró concentrar la atención mediática con todo y redes sociales en el Fideicomiso de Punta Catalina, lo que incluyó hasta unas sensatas palabras presidenciales en las que el mandatario prometió que durante su ad­ministración las plantas no serán privatiza­das, y anunció que someterá una ley para fortalecer las regulaciones de los fideicomi­sos públicos, lo que días antes le había su­gerido el experto en derecho administrati­vo, Olivo Rodríguez Huertas.

La estrategia fue doblemente correcta, pues mientras por un lado el mandatario mostraba una vez más su disposición a dar marcha atrás a cualquier decisión que sea cuestionada por las mayorías, por otro, ella le permitió navegar con el viento a su favor en el acto de cierre del Congreso del guber­namental PRM donde se anunció la modi­ficación de los estatutos, lo que entre otras cosas contempla que para competir por al­tos cargos se deberá tener por lo menos cinco años de militancia, y que esa compe­tencia podrá realizarse mediante tres mo­dalidades: voto universal directo de los mi­litantes; convención de delegados y/o la asamblea de dirigentes.

En lo de poder realizarla “a través de la Convención de Delegados”, está el meollo, la vaina, o sea, pues esa decisión es prerro­gativa de la Dirección Ejecutiva bajo el con­trol de los dos grupos dominantes.

Hasta ese justo momento, el PRM se en­frentaba a la posibilidad de “la revolución de los sargentos”, comandados por dos ge­nerales democráticamente sublevados: Guido Gómez y Ramón Alburquerque.

Y es que hasta el domingo, todos los po­sibles candidatos a presidir la organización de parte de las tendencias mayoritarias, se veían limitados por un discurso que, den­tro de las posibilidades de la Real Politik, prioriza los esfuerzos por la institucionali­dad, la transparencia y la calidad del gas­to público sobre las exigencias de una parte de la militancia partidaria que, más que un empleo exige recibir de la manera que sea, los beneficios de sus esfuerzos de campa­ña; mientras en la otra acera, el discurso de sus adversarios se concentra en los postula­dos de la nueva lucha de clases: Popis ver­sus wawawa. Los “Mabí” de la Zona K, en­frentados a gente que nació con visa gringa en casa con piscina.

Atractivo discurso que en las voces de dos de los políticos perremeístas de mejor formación intelectual y mayor capacidad de exposición, Gómez y Alburquerque, era una bomba de tiempo. ¿Está desactivada?

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