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OTEANDO

Legitimación de nuestro sistema penal

En estos días dije a un grupo de amigos que tenía mis dudas acerca de la ausencia de politización en algunos procesos penales. Y lo dije tomando en cuenta que, salvo un proceso totalmente revolucionario, que demanda por sí mismo una ruptura con el statu quo prevaleciente, los cambios de ruta de un sistema -y el penal no es la excepción- no se producen sin una adecuada y efectiva transición que reclama tiempo, sobriedad política y legitimación social. No se trae de la noche a la mañana un marciano para instalarlo en una dimensión del poder y que la transforme conjurando sus lacras sin más ni más.

En el sistema penal dominicano, por ejemplo, se precisa de un cambio de paradigma en la actividad persecutora conducente a un desempeño racional que legitime su participación en el proceso como resultado de su apego a los principios garantistas que lo informan. Se percibe muchas veces un activismo en el Ministerio Público Fiscal desviante de la objetividad que debe caracterizar su ejercicio, un empeño en ganar por ganar que empaña -y en ocasiones oblitera- los valores que sabemos inspiran en muchos otros casos el accionar de esos mismos operadores del sistema.

Otra cosa que interpela la actividad persecutoria es la permanente exposición en los medios que hace manifiesto el desatino de “dirimir”, primero con los comunicadores, el “contenido” de ciertos expedientes como forma de asegurar la aludida legitimación.

Puede que no esté yo haciendo caso al maestro Levinas cuando propone, en su “Ética de la otredad”, ser primero en los otros para después poder ser en nosotros mismos, puede que esté interpretando -y no comprendiendo- la situación en que se encuentra el órgano persecutor y sus operadores. Porque, a veces, no se tiene suficiente información para hacer juicios. Pero lo que sí puedo asegurarles a ellos es que no me impulsan, para escribir este artículo, ninguna suerte de prejuicios ni designios condicionantes, que me anima solo la idea de contribuir a su buen desempeño, porque sé que son personas cuya buena reputación personal y profesional les precede y, en ocasiones, “el bosque no nos deja ver el bosque”.

Con todo, quiero llevar también al ánimo de todos los actores políticos mi aspiración de que contemos con un sistema penal cada vez más fortalecido, que nos asegure el desalojo progresivo de la heteronomía de su seno.

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