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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

Hitler, ¿un revolucionario?

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

Siempre según Stanley Payne, “el nacionalismo [de Hitler] constituyó un tipo excepcional y radical de revolucionarismo moderno”. Para algunos, todo nacionalismo es “reaccionario”, pero ¿qué dirían Mustafá Kemal, Nasser, Ho Chi Minh y hasta Mao?

Karl Bracher ha identificado siete cualidades revolucionarias del nacionalismo de Hitler: Promovió un culto nuevo y supremo de la jefatura del Führer como el “genio artista”. Segundo, se esforzó por elaborar una estructura darwinista social del gobierno y de la sociedad. Tercero, sustituyó el nacionalismo tradicional por la revolución racial. Cuarto, creó el primer sistema nuevo de nacionalismo regulado por el Estado en la economía. Quinto, aplicó la revolución orgánica de la condición social en pro de un nuevo Volksgemeinschaft (comunidad popular). Sexto, se fijó el objetivo de un tipo completamente nuevo de imperialismo racial a escala mundial y finalmente, atribuyó una importancia capital “a las nuevas formas de tecnología avanzada en la utilización de los medios de comunicación social y de la movilización de las masas, el culto de la nueva eficacia tecnológica, las tácticas militares nuevas y la tecnología, la importancia atribuida a la tecnología aérea y del automóvil”. Fueron las potencias del Eje quienes más promovieron “los movimientos de liberación nacional entre los pueblos coloniales y minoritarios de todo el mundo” durante la Segunda Guerra Mundial”.

De Rougemont lo señala: el Estado jacobino y Hitler comieron en el mismo plato. R. Labrousse, una autoridad sobre la Revolución Francesa, así lo confirma.

Son ciertos y van en la misma funda del nazismo: la dictadura, las matanzas, los campos de concentración, el racismo y la locura de Hitler. Pero con eso, ¡no queda cubierto el tema! Payne y otros nos recuerdan: el nazismo fue una gran revolución: “contra la burocracia, contra la senilidad, en pro de la juventud; contra las jerarquías establecidas, contra el capitalismo, contra la mentalidad pequeñoburguesa, en contra la moral tradicional en pro de la liberación del instinto, el deseo, las pasiones, el odio a la policía (¡Sí señor!), la voluntad de poder y la creación de un orden de libertad más elevado” para el superhombre.

Hitler evitó un atentado fatal por minutos cronometrados, porque ¡hacía campaña montado en avión! Su piloto le obligó a abordar. Venía una tormenta.

Con certeza de loco, entre 1933 y 1945 apostó y casi vence. Su fortaleza: conocer las debilidades de sus enemigos.

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