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FUNDACIÓN SALESIANA DON BOSCO

¿Cuándo termina la temporada ciclónica?

Eso lo saben has­ta los chinos de Bonao. Esa ex­presión no es de rechazo: se di­ce que la misma surgió en la era de Trujillo.

Entre los chinos que inmi­graron al país, algunos se radicaron en Bonao y fun­daron el parador San Lee Long, donde se detenía la gente que hacía el tedioso viaje, por las condiciones de la carretera, desde cual­quier sitio del Cibao hasta la capital y viceversa.

Los funcionarios del ré­gimen también se paraban allí a estirar las piernas y co­mer.

Entre los chinos algu­nos aprendieron rápido, a su manera, el español y es­cuchaban todos los comen­tarios de quienes charlata­neaban en el negocio, entre ellos los funcionarios que hablaban de los asuntos del gobierno.

Los chinos eran los pri­meros muchas veces en en­terarse de las cosas del Pa­lacio.

¿Cuándo termina la tem­porada ciclónica? Lo sabe “titirimundati”.

Pero lo que no saben ni los chinos de Bonao es cuándo terminará la pande­mia del Covid-19, o a partir de cuando mejorará la si­tuación económica y otros ciclones que cada día nos azotan.

Si al menos tuviéramos la certeza de que, en una de­terminada fecha, termina­rán todas estas “temporadas ciclónicas”, sería una exce­lente noticia.

Pero, por tratarse de una realidad que está fuera de nuestro control, los próxi­mos tiempos serán de fuer­tes vientos huracanados. “Cada vez que me acuerdo del ciclón, se me enferma el corazón”, cantaba el trío Matamoros.

La temporada ciclónica de la política está afectando a muchos otros países, tal vez con vientos más huraca­nados, sin que se vislumbre en qué parará la cosa, caba­llero. La cosa está que arde y seguirá ardiendo, porque la vida no se detiene, prosi­gue su agitado curso. Para que no se te enferme el co­razón, trata de terminar la temporada ciclónica al me­nos en tu propia vida y llé­nate de paz interior, pues los huracanes existenciales de­penden en grandísima esca­la de la actitud con que los afrontemos.

Ni los chinos de Bonao ni nadie sabe cuándo termina la temporada ciclónica de la existencia, pero sí debe­mos vivir siempre prepara­dos para que los ciclones de la vida no nos encuentren asando batatas.

El Adviento y Navidad es un magnífico tiempo para terminar la temporada ci­clónica de nuestra vida es­piritual.

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