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EL INFORME OPPENHEIMER

En Chile ganaron los extremistas, pero primará la razón

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ANDRÉS OPPENHEIMERsSanto Domingo

Muchos di­cen que Chile, el país más exitoso de América Latina en las últi­mas décadas, se ha suicidado políticamente tras la victoria de dos extremistas —uno de derecha, y el otro de izquier­da— en la primera vuelta electoral del pasado domin­go 21 de noviembre. Pero, en realidad, el panorama no es tan sombrío. Hay varias razones por las que tanto el candidato de extrema dere­cha José Antonio Kast como el candidato de extrema iz­quierda Gabriel Boric van a tener que dar un giro hacia el centro para ganar la se­gunda vuelta electoral del 19 de diciembre. No es ca­sualidad que el mercado de valores de Chile se dispa­rara un 10% el día después de las elecciones. Hace solo unas semanas, Chile parecía encaminarse hacia un futu­ro de inestabilidad política y un colapso económico. El modelo chileno parecía estar condenado de muerte tras el estallido social del 2019. Los disturbios, que dejaron 29 muertos y casi 2,500 heridos, llevaron a la elección de una Asamblea Constituyente do­minada por la izquierda que está redactando una nueva Constitución. Pero tras las elecciones del 21 de noviem­bre, hay menos posibilidades de que Chile tire por la borda las bases de su modelo eco­nómico de libre mercado. Aunque requieran correccio­nes, las políticas económicas de Chile han permitido redu­cir la pobreza más que cual­quier otro país latinoame­ricano, de casi el 40% de la población hace tres décadas al 10.8% el año pasado, se­gún el Banco Mundial.

La principal razón para ser optimistas tras las eleccio­nes del 21 de noviembre es que los dos candidatos extre­mistas que ganaron sacaron conjuntamente apenas el 54% de los votos, lo que sig­nifica que ambos necesitarán votos centristas para ser elec­tos. El 46% de los votantes votó por otros candidatos, y muchos otros no votaron. Ahora, para ganar la segun­da vuelta, tanto Kast como Boric deberán ir tras los vo­tos moderados. Kast, de 55 años, un ferviente católico y padre de nueve hijos, tendrá que moderar sus posturas ultraconservadoras sobre el aborto y el matrimonio igua­litario, y tendrá que hacer un rechazo más categórico de la dictadura de Pinochet. Y Bo­ric, un ex líder estudiantil de 35 años, tendrá que reconsi­derar su propuesta de indul­tar a los arrestados en los dis­turbios del 2019, y condenar más contundentemente a las dictaduras de Cuba, Vene­zuela y Nicaragua, aunque eso no les guste a sus alia­dos del Partido Comunista. Más importante aún, inde­pendientemente de quién gane, el próximo presiden­te no tendrá mayoría en el Senado y se verá obliga­do a negociar con los par­tidos de oposición. El nue­vo Senado que acaba de ser electo estará dividido en 25 bancas de derecha, y 25 de izquierda.

“Aquí se produjo un equi­librio”, me dijo el ex presi­dente de Chile, Eduardo Frei, en una entrevista. Tras señalar que antes del 21 de noviembre parecía que el país se estaba moviendo ha­cia la extrema izquierda, Frei agregó que ahora existe un Senado balanceado, “lo que significa que cualquier pre­sidente que asuma no va a estar en situación de hacer ninguna locura”. Hay otro motivo de esperanza, que es que la Asamblea Consti­tuyente está perdiendo po­pularidad, lo que reduce las posibilidades de que pueda aprobar una Constitución de corte chavista que logre so­brevivir un plebiscito nacio­nal. Según me dijo Patricio Navia, un analista político chileno y profesor de la Uni­versidad de Nueva York, el reciente aumento de la vio­lencia política y la delincuen­cia podría beneficiar a Kast, quien promete mano dura contra el crimen. “Si la elec­ción es entre vivir con miedo a los manifestantes violen­tos bajo Boric o vivir como en un monasterio católico bajo Kast, la mayoría de los chile­nos preferirán al candidato de la ley y el orden”, me di­jo Navia. En efecto, si el te­ma central en la mente de los votantes sigue siendo la in­seguridad, Kast lleva las de ganar. Pero la buena noticia es que, independientemen­te de quién gane, el próximo presidente estará restringido por una fuerte oposición en el Senado. Tal como me dijo Frei, el próximo presidente chileno no podrá hacer nin­guna locura.

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