PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA
Nazismo y fascismo
Stanley G. Payne (1980) señaló estas diferencias fundamentales entre los movimientos nazi y fascista. Primero, la ideología hitleriana se basó en la raza, la del fascismo en el nacionalismo en el sentido político y cultural. Hitler tendía a las polarizaciones estilo “blanco o negro”; el fascismo fue más sincrético. Mussolini insistía en que el fascismo incorporaba aspectos del liberalismo, el conservadurismo y el socialismo en una síntesis más elevada; Hitler rechazó de manera revolucionaria las doctrinas rivales. Todos los que visten la camiseta revolucionaria aspiran a crear un “hombre nuevo”. El de los nacionalsocialistas sería un nuevo producto biológico, además de cultural; Mussolini esperaba resucitar las glorias de la Roma imperial intensificando la enseñanza del fascismo en las escuelas.
Encontramos una segunda diferencia en la manera de estructurarse el Estado. El de Mussolini siguió siendo en gran medida formalmente un Estado de derecho con semi pluralismo. Esto limitó mucho los cambios que pudo implementar “il Duce”. El Estado de Hitler fue una compleja dictadura unipersonal que fomentaba la hostilidad entre sus incondicionales.
En tercer lugar, el NSDAP de Hitler, desempeñó un papel mucho más importante que el PNF de Mussolini. En la Alemania de Hitler fue surgiendo una dualidad de poderes: el partido y el Estado. Hitler tendió a impulsar cada vez más el poder del partido. El PNF italiano, en cambio, no gozaba más que de una autonomía, muy limitada, amarrado a una burocracia estatal. Dentro del régimen de Mussolini el Gran Consejo Fascista logró conservar un cierto nivel de autonomía formal que eventualmente empleó para deponer a Mussolini.
Cuarto, el antisemitismo en su forma más extrema era consustancial al nacionalsocialismo. En cambio, el fascismo italiano no era racista más que en el sentido convencional de principios del siglo XX en Europa. Las garras antisemitas tardaron dos décadas en crecerle. En los comienzos del fascismo, los judíos tuvieron un papel desproporcionado en relación con su número en la sociedad italiana.
Finalmente, la política exterior de Hitler transcendió los objetivos expansionistas e imperialistas tradicionales de Alemania al intentar una restructuración racial revolucionaria de Europa. Las aspiraciones de Mussolini permanecieron en gran medida en la órbita de la política nacional/imperialista italiana tradicional, cuyo objetivo era la expansión colonial y la exploración de conflictos limitados dentro de la zona del Mediterráneo (resumo, El Fascismo, 111 – 115).