EN LA RUTA
Estadista
Con sus acciones frente al tema haitiano, el presidente Luis Abinader muestra su alto nivel como estadista. El mandatario dominicano no se ha andado con pequeñas a la hora de hacer lo correcto ante una situación altamente peligrosa y que no admite paños tibios. Abinader ha sabido combinar su insistente reclamo a la comunidad internacional de que vaya en auxilio de Haití, envuelta en una intensa crisis social, económica y política (magnicidio incluida), con una serie de medidas para garantizar la integridad y la soberanía del país.
El traslado hacia la franja fronteriza de más de 12 mil efectivos militares con equipos y avituallamiento de aire, mar y tierra al más alto nivel, así como el endurecimiento de las medidas migratorias y la restricción de visados que eviten el ingreso de haitianos dadas las condiciones imperantes en la vecina nación, son iniciativas correctas y oportunas. De igual manera, el haber convocado al liderazgo nacional (partidos, empresarios, sindicalistas, religiosos, etc.) para hacerlo partícipe de todo lo concerniente al intríngulis de la problemática, e involucrarlo en las decisiones a tomar, evidencia a un presidente que está muy claro de que el interés nacional debe ser puesto por encima de las circunstancias.
Desafortunadamente el problema de Haití, no como Estado fallido, sino como Estado inexistente, es mucho más grave que el de las bandas criminales que matan, secuestran e imponen el terror, o incluso que los problemas de escasez, insalubridad y deforestación que lo agobian. La triste realidad es que hay agendas ocultas de muchos que apuestan -y azuzan- al desbarajuste, para pescar en río revuelto con inconfesables intenciones.