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CONTANDO LOS HECHOS

El 55 aniversario

Francia y yo nos casamos el 30 de octubre de 1966, por lo que el sábado pasado celebramos nues­tro 55 aniversario de bo­das. Como yo he sido un profesional del sector tu­rístico desde muy joven­cito, he tenido la opor­tunidad de viajar por el mundo en función de mi trabajo. Después que me casé, en algunas ocasio­nes, ya sea dentro del sector público o priva­do, en los viajes más lar­gos se me cubría el bole­to de mi esposa. Cuando no resultaba pertinente yo pagaba ese boleto y Francia me acompaña­ba.

En este aniversario nos fuimos a cenar a un restaurante, con todas las previsiones protoco­lares y, ya con el brindis del aperitivo en manos, le dije: Mi amor, qué te parece si hacemos un tour y recordamos al­gunos de los momentos que hemos vivido via­jando y que no han esca­pado de nuestras men­tes. Así lo hicimos.

Comenzamos con el viaje a Buenos Aires y recordamos nuestra caminata por el pa­seo peatonal de la ca­lle Florida, tambien la cena especial en el Viejo Almacén. No po­demos olvidar nuestro viaje a La Paz, Bolivia, a la convención de los agentes de viajes lati­noamericanos. Un mo­mento a resaltar fue la ocasión en que la dele­gación de Brasil se nos acercó en el salón de baile, nos hablaron en portugués para fe­licitarnos por nues­tro desempeño bai­lando el bossa-nova, creían que nosotros éramos tambien bra­sileños y se sorpren­dieron al saber que éramos dominicanos. Al terminar la con­vención decidimos cruzar el lago Titica­ca desde el Alto, en la Paz hasta Puno en Perú, acompañados del hotelero Claudio Meffert que era el gerente general del hotel donde nos que­daríamos en el Cuzco para visitar al Machu Picchu.

Cómo olvidar el car­naval de Rio de Janeiro. En nuestro viaje a China nos quedó la imagen de la foto de Francia mon­tada en un camello cer­ca de la Muralla y luego nuestra caminata sobre la misma. En Beijing la Plaza Tianannmen nos recordó la Plaza del Cu­chichero en Madrid lo único que cinco o seis veces más grande. En Italia sobresale nuestra visita a Florencia y ca­minar sobre El Palio en Siena.

Sin espacio para más, jamás olvidaremos có­mo en el Cairo, cercano a la Esfinge, cruzamos a caballo a todo galope al frente de un grupo co­mo de doce o quince personas, invitados a un cóctel al final de la tarde, en una adornada tienda de campaña al lado de la gran pirámi­de. ¡Fabuloso!

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