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¡Comienza la segunda del noveno!

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Cristhian JiménezSanto Domingo

Es inteligente jugada política opositora ace­lerar la fragua electoral para intentar seducir a inconfor­mes que la ejecución de una reforma fiscal pudiera em­pujar a las protestas calleje­ras.

Los partidos políticos ra­dicalizan sus posturas ante la inminencia de las medi­das fiscales y soliviantan a los clase media en contra de las futuras decisiones eco­nómicas oficiales.

En el gobierno ponderan todas las aristas del espino­so asunto y hay desacuer­dos y enfoques tan distintos como el aplazamiento por prudencia política y gober­nabilidad y el “ahora, sí o sí”, a partir de los altos nive­les de endeudamiento pú­blico y el riesgo crediticio.

El presidente Luis Abi­nader haría el anuncio en el momento “justo”, ya que según el director de Presu­puesto José Rijo Presbot, hay que esperar que “to­dos internamente estén de acuerdo”.

(El jueves último me in­formaron que el mandata­rio haría el anuncio maña­na martes).

“…Indeciso sobre dón­de dar primero…”estarían técnicos y políticos del go­bierno, como en la canción “Decisiones” de Rubén Bla­des en la que el marido de la vecina espera al intruso enamorado con un bate de beisbol en las manos.

Rijo Presbot trata de tranquilizar y recuerda que el primer punto del pacto fiscal es la evasión, segui­do de la racionalización del gasto de la administración pública, que resalta esfuer­zos en beneficio de los con­tribuyentes. Y va al espacio en donde converge la ma­yoría de los reclamos: re­visión de las exenciones fiscales y otros tipos de in­centivos.

Aquello es el “pacto fis­cal”, que se podría consen­suar y esto, lo que se pre­sentaría ahora es la reforma o ajuste, que se “socializa”, una suerte de educada no­tificación con visitas que in­cluirían café y fotos.

La reestructuración pare­ce estar colocada más cerca de la decisión política, que la económica a partir de la observación del movimien­to de todos actores partida­rios, gremiales y sociales.

La filtración de un docu­mento de viejas o iniciales propuesta para una refor­ma dejó claro que amplios sectores de clase media es­tarían dispuestos a enfren­tar al gobierno abinade­rista, que vadea algunos temporales, con algo más que rasguños.

Sería mal negocio para el gobierno chocar amplios segmentos de su base de apoyo con gravámenes que al final sumen insuficientes recursos para paliar urgen­cias económicas.

Hasta Danilo Medina ya se siente en ánimo de salir a la calle al laborantismo político en la seguridad de que habría un desguañan­gue social, económico y po­lítica ante la adopción de paquetes fiscales sin que haya sido superada la cri­sis sanitaria que impactó al aparato productivo nacio­nal.

(Quizás haya influido que su instrumento políti­co interno, Gonzalo Castillo se haya zafado de la costosa trampa extemporánea elec­toral).

El gobierno está obliga­do a apuntar hacia las gran­des ganancias y a las exen­ciones fiscales, algunas que sirvieron de estímulo ini­cial a áreas de negocios que ya tienen muchos años con desbordantes beneficios y otras simplemente obsce­nas.

Las autoridades conocen diversidades de trucos que se utilizan sobre todo en el sector turístico para camu­flar ganancias, que alcan­zan la evasión y en el mejor de los casos la elusión.

Los empresarios, a tra­vés de sus gremios y en términos individuales han desplegado sus campos magnéticos para forzar al gobierno a negociaciones ventajosas.

Lo que no aguanta un pe­so más de cargas es la edu­cación, comida, acceso a las tecnologías de la informa­ción, salud y los salarios.

Una vez un presidente trató con los dirigentes de los gremios y ante su acri­tud , buscó a los padres y je­fes de “los muchachos” con referentes acerca de mo­mentos difíciles de la de­mocracia dominicana.

“¡Comienza la segunda del noveno!”, diría el mis­mo extraordinario pana­meño

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