El dedo en el gatillo
Periodistas para siempre (y final)
En estos quince años del programa de pasantía, los Periodistas por un Año del Listín aprendieron a controlar su ego. No a tirarlo al olvido, porque el ego no es dañino cuando se puede controlar. Aprendieron a esconderlo y a sacarlo solo cuando alguien intentara restregarles dudosas cátredas de sabiduría. Casi todos los 209 pasants del Listín aprendieron esa lección de carácter. Los que no lo hicieron son pocos. Tienen y tendrán problemas para ejercer la profesión en un país para todos dividido, donde cada cual considera su verdad como la única posible.
Si de algo me puedo sentir como un caracol movido por sus propias recompensas es de hacerles entender que carácter y ego son dos cosas distintas. Una historia escrita o dicha en voz de sus protagonistas, armada como un reportaje de fondo o como una crónica del mundo en que vivimos, señorea la experiencia y la mirada del comunicador. Logré algo de eso en esos jóvenes, algunos de los cuales, hacen periodismo fuera del país para no dejarse tentar por los altos salarios de los organismos públicos, ni por perder su tiempo luchando contracorriente en los medios nacionales donde los recursos se alejan cada vez más de quienes realizan los mejores esfuerzos.
Fue alentandor enseñar y, a la vez, ilustrar a esa juventud de estos problemas que solo nacen cuando el país carece de una institución profesional que los defienda y los prepare mejor de lo que son.
Por ello Listín Diario ideó un programa. No fue una pasantía en busca de mano de obra barata, sino una propuesta que las universidades nacionales no estaban en condiciones de asumir, o no asumieron como debían.
Los 209 pasantes del Listín no acudieron a prestar servicios a un centro de confrontación, ni avivar la rivalidad con otros medios.
Salían todos los días a la calle en busca de historias y, a su regreso, junto a los encargados de redacción, aportaban sus propios ángulos y miradas.
Y gracias a ser recibidos con dos manos: una para el dulce y la otra para el cocotazo, hoy día, más del 90 por ciento de quienes pisaron la redacción del Decano de la Prensa Dominicana, son mejores que sus formadores.
De la misma forma en que existen Periodistas y periodistas, también deambularon Pasantes y pasantes. Las jóvenes son más conscientes porque no se dejan tentar por el poder. Sin embargo, unos pocos soñaban con banderías políticas como si eso fuera a arreglar los problemas del mundo donde cada vez las categorías de Política y Poder se separán por el carácter poco confiable de la primera.
Como no referiré minorías, son muy pocos los que han seguido el rumbo partidarista por encima del amor a su profesión. Pero estoy orgulloso de saber que, a estas alturas, se arrepienten de haber elegido aquel camino, y hoy son los profesionales de siempre.
El periodismo ha cambiado en la misma medida en que los diarios también lo han hecho de dueños. Ahora los empresarios los han comprado, pero no todos tienen la visión del que sabe no mezclar la lista con el billete. Muy pocos los visitan o se reúnen con sus redactores, fotógrafos, choferes y pasantes. Y quiénes lo hacen no aceptan la solidaria realidad con ellos. Quienes hacen periodismo no son santos ni modelos a seguir, pero trabajan al igual que lo hace un soldador, o un médico.
En la República Dominicana, la política sigue incidiendo en los medios. Todavía se limitan incentivos para alcanzar la excelencia informativa y de redacción. Y sin obviar una pequeña edición impresa, se ha apostado por diarios digitales que pueden llegar a un público mayor.
El periodismo de hoy es otro. Recoge lo mejor de ayer e incorpora lo mejor de hoy. Pero esta realidad todavía no está generalizada. No es lo mismo leer que escribir. Al lector de periódicos le gusta comprobar la historia en letra impresa. Da prestigio: Ya sea viejo o joven.
A partir del nuevo grupo de pasantes que integrarán al programa 16 de Periodistas Por un Año, les corresponde aprender el trasfondo de esa novedad y aplicarla a las ediciones diarias del Listín. Es por ello que el viejo esquema de pasantía se renueva, y los jóvenes que ingresan se integrarán al manejo y dominio de las nuevas tecnologías de la comunicación, ausentes aún en las academias.
Ellos serán los protagonistas de los cambios. Esta nueva promoción de pasantes tendrá un nuevo sentido a las 15 anteriores. No serán ni mejores, ni peores, sino distintas. Periodistas somos todos, y luchamos por lo mismoß. A pesar del vuelo de las auras por encima de nosotros.