PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA
¿Por qué triunfó el fascismo en Italia en 1922?
Santos Juliá Díaz (1972) avanzó estas razones en la que todavía es una de las más pedagógicas historias mínimas de Occidente. En primer lugar, las fuerzas adversas al fascismo estaban divididas. Los socialistas europeos aspiraban a ganar el poder participando en las contiendas electorales. Los comunistas de la III
Internacional, a pesar de su participación en las elecciones, propugnaban la revolución al estilo soviético y repartían estampitas de Stalin. A tal grado llegaron los enfrentamientos entre socialistas y comunistas que, los enemigos más vilipendiados por los comunistas eran los social demócratas, ¡no los sonrientes fascistas! Todo socialista que no fuera comunista, no era más que un social-fascista. Por su parte, los socialistas criticaban la obediencia servil comunista respecto de los lineamientos de Moscú.
En segundo lugar, Mussolini se presentó como un líder que lograría para Italia sus ambiciones territoriales en África (Etiopía), el puerto de Fiume y los territorios de la Dalmacia, que los vencedores de la Primera Guerra Mundial le habían negado. Para ello, Mussolini, al igual que siempre lo haría toda la flora y fauna fascista, se
presentaba como el único heredero legítimo del glorioso pasado imperial italiano, exaltando el nacionalismo y prometiendo tomar venganza contra aquellos que vetaban sus legítimas reivindicaciones territoriales.
En el caso de Alemania, Hitler añadiría más tarde la superioridad racial del pueblo alemán, necesitado de espacio vital (Lebensraum), el cual, mediante una ennoblecedora guerra, arrancaría a las inferiores razas eslavas del este.
En tercer lugar, Mussolini logrará el poder con el apoyo de los grandes capitales y de la clase media. Los grandes capitales necesitaban un hombre fuerte que les cerrase el paso a las reclamaciones de los obreros y campesinos, cada vez mejor organizados
y más violentos. Mussolini, sus camisas negras y más tarde, el ejército y un parlamento genuflecto, estuvieron en capacidad de desbaratar cualquier intento popular de cambiar el orden establecido. Obreros y campesinos representaban una amenaza para las clases medias y las pocas ventajas de su estilo de vida.
Los capitalistas y clase media italianos tenían dos enemigos: los grandes capitales extranjeros y los sindicatos obreros y campesinos. Los fascistas de Mussolini se presentaban como los únicos capaces de derrotar estos dos enemigos formidables. Capitalistas y clases medias, se echaron en sus brazos. Hasta Pío XI buscó un acuerdo con “il Duce”.