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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

¿Por qué triunfó el fascismo en Italia en 1922?

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

Santos Juliá Díaz (1972) avanzó es­tas razones en la que todavía es una de las más peda­gógicas historias mínimas de Occidente. En primer lugar, las fuerzas adversas al fascis­mo estaban divididas. Los so­cialistas europeos aspiraban a ganar el poder participando en las contiendas electorales. Los comunistas de la III

Internacional, a pesar de su participación en las elec­ciones, propugnaban la revo­lución al estilo soviético y re­partían estampitas de Stalin. A tal grado llegaron los en­frentamientos entre socialis­tas y comunistas que, los ene­migos más vilipendiados por los comunistas eran los social demócratas, ¡no los sonrien­tes fascistas! Todo socialista que no fuera comunista, no era más que un social-fascista. Por su parte, los socialistas cri­ticaban la obediencia servil co­munista respecto de los linea­mientos de Moscú.

En segundo lugar, Mus­solini se presentó como un lí­der que lograría para Italia sus ambiciones territoriales en África (Etiopía), el puerto de Fiume y los territorios de la Dalmacia, que los vencedores de la Primera Guerra Mundial le habían negado. Para ello, Mussolini, al igual que siem­pre lo haría toda la flora y fau­na fascista, se

presentaba como el único heredero legítimo del glorio­so pasado imperial italiano, exaltando el nacionalismo y prometiendo tomar venganza contra aquellos que vetaban sus legítimas reivindicaciones territoriales.

En el caso de Alemania, Hitler añadiría más tarde la superioridad racial del pueblo alemán, necesitado de espacio vital (Lebensraum), el cual, mediante una ennoblecedo­ra guerra, arrancaría a las in­feriores razas eslavas del este.

En tercer lugar, Mussolini logrará el poder con el apoyo de los grandes capitales y de la clase media. Los grandes capi­tales necesitaban un hombre fuerte que les cerrase el paso a las reclamaciones de los obre­ros y campesinos, cada vez mejor organizados

y más violentos. Mussoli­ni, sus camisas negras y más tarde, el ejército y un parla­mento genuflecto, estuvieron en capacidad de desbaratar cualquier intento popular de cambiar el orden establecido. Obreros y campesinos repre­sentaban una amenaza para las clases medias y las pocas ventajas de su estilo de vida.

Los capitalistas y clase me­dia italianos tenían dos ene­migos: los grandes capitales extranjeros y los sindicatos obreros y campesinos. Los fascistas de Mussolini se pre­sentaban como los únicos ca­paces de derrotar estos dos enemigos formidables. Ca­pitalistas y clases medias, se echaron en sus brazos. Hasta Pío XI buscó un acuerdo con “il Duce”.

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