Abinader puede unir voluntades

La perspectiva que veo para los próximos meses no me gusta nada. Hablo con la gente y sus expresiones traducen un pesimismo alarmante. La precariedad económica crece y parece que podría ponerse peor según vaticinios de diferentes fuentes.

Es cierto que tampoco el entorno internacional ha sido factor de ayuda, pero el cotejo de todos los numeritos induce a la precaución.

El presidente Luis Abinader marca un paso de optimismo con un trabajo intenso que sus funcionarios no comprende o carecen de la capacidad de llevarle el ritmo. Se percibe improvisación, inercia, abulia o incapacidad. Algunos alegan que es ausencia gerencial. Lo que sea que lo origine no resulta positivo.

Junto con la arritmia del gobierno destacan a veces las innecesarias confrontaciones de sus mismos funcionarios. Estamos hastiados de diatribas. Deben abandonar ese viejo estilo de gente del mismo partido estar peleándose por cualquier tontería. Otro elemento que los afecta es que en la administración pública el desmonte no ha sido selectivo. Desvincularon personas capaces para reemplazarlas por ineptos al tiempo que dejan caballos de troya que entorpecen la gestión del PRM.

Sin embargo, estamos en el tiempo del consenso. Ya la política de tierra arrasada y represión indiscriminada fueron dejados atrás. Esto le abre una nueva puerta al gobierno para la gobernanza. Todos queremos que a Luis Abinader le vaya bien, lo que facilita la unidad de los partidos en los puntos que coinciden y morigerar las diferencias. Que no será fácil es bien sabido, pero hay que intentarlo.

A nadie ayudarán las movilizaciones callejeras con represión policial. Los efectos sobre la economía en recuperación podrían resultar nefastos. Una zancadilla al futuro.

Las reformas que se quieren implementar para aumentar los ingresos del Estado y reorientar la inversión deben ser moderados en el gasto, así como enfrentar los privilegios a políticos y empresarios.

Estamos a tiempo, pero el lobo está suelto.