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Luis y la verja: ¿para cuándo?

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Luis Encarnación PimentelSanto Domingo

Con respecto a la grave crisis por la que atraviesa Haití en distintos órdenes, está más que demostrado que la comu­nidad internacional - muchas veces beligerante hasta la imprudencia en asuntos de soberanía - se ha dado y se si­gue dando por desentendida. De ahí que, sobre el pedimento de que el conglomera­do de naciones vaya en ayuda y auxilio de un pueblo que no está en capacidad de su­perar por sí mismo la penosa realidad que le consume, parecería aplicar lo de “ni oye, ni ve, ni entiende” (¿).

En la práctica, ofrece reiteradas mues­tras de importarle poco o nada la suerte de nuestros vecinos. Por esa mezcla de sordera e indiferencia es que no se ten­dría la seguridad de que el más reciente llamado del presidente dominicano Luis Abinader en el mismo tenor ante la Or­ganización de Naciones Unidas, caiga en terreno fértil. De todas maneras, a esa co­munidad internacional que muchas ve­ces teme las narices políticas donde no debe y en otras tantas promete ayudas que nunca llegan, como el propio caso de Haití cuando el terremoto que le cos­tó miles de vidas humanas, alguien tenia que recordarle su falta o deuda, y el go­bernante dominicano lo hizo.

Y sirviera de mucho o de nada, pero para que constara, Abinader fue enfático y dejo bien aclaro que la salida a la crisis del veci­no pais con el que compartimos la isla “no será ni podrá ser jamás una solución domi­nicana”. Que es a lo que han querido empu­jar algunas agendas de intereses foráneos y sus paniaguados locales, no conformes con la carga económico-migratoria y ries­gos diversos que el pais lleva en sus espal­das. Estos desean una política de “fronteras abiertas”, pero ahora callan ante los latiga­zos y la persecución policial a caballo, en Texas, a indocumentados haitianos que intentaban penetrar por el rio a territo­rio norteamericano. ¡Ay si hubiera sido en nuestra frontera! Que, por cierto, el presidente volvió a hablar de algo que no espera más: de la verja perimetral (debió ser un muro, sugerido por Vini­cio Castillo y el finado arquitecto Po­lín Espaillat), de la que los soldados ya construyeron un tramo - creíamos ha­bía más adelanto-, pero el gobernante volvió a hablar “licitación” (¿). El ritmo es lento. Eso se resuelve, más barato y más pronto, con el aporte de materia­les y dinero, en pequeño y en grande, de un montón de dominicanos que quie­ren control y orden en la frontera, y que desean lo mejor para su nación. Un comi­té o patronato responsable de la logísti­ca por pueblo o provincia y … le sale gra­tis la obra al Estado y se evitan las trabas y trancas que pone “contrataciones” (¿?). ¡Probemos, presidente!

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